La ignorancia, de Kundera

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Reviso mi biblioteca como usualmente hago cuando quiero regodearme de mis libros y entre ellos, me encuentro, de forma no premeditada con este hermoso texto de Milan Kundera. Fue un libro que me recomendó leer la coordinadora de mi maestría en Buenos Aires, cuando en ese momento quería hacer de la migración mi tema de tesis. Lo leí con avidez, me asfixié de nostalgia, rayé todo el libro destacando las frases que más me golpearon. Recuerdo haber vivido esos días como una especie de limbo. Estudiando, recorriendo la ciudad (Buenos Aires) y pensando en la mía (Guayaquil). Sentí la migración en la piel, en los huesos, me preguntaba por mi regreso, me anticipaba a imaginar mi futuro yo post-migración.

Luego Buenos Aires se volvió mía y la sensación de extranjero fue diluyéndose y con ello, mi tema de tesis. Ya no me llamaba la atención, pues había vivido mi propio proceso con la lectura de Kundera y la escritura de algunos cuentos. Encontrarme con este libro, me ha recordado a mi yo migrante, mi yo estudiante sediento de cine, mi yo viajero hambriento de comerme a Buenos Aires. Ya han pasado casi 7 años desde la primera lectura del libro y hoy frente al texto, se ha difuminado el tiempo y he vuelto a ser aquel que soñaba con el regreso de Ulises, con el nostos, con la literatura como cobija para proteger los sueños.

Mi respuesta

Solo espero que me leas y no me odies

Habría querido dedicarte unas líneas más

Encontrar amaneceres a tu lado

Susurrando canciones, leyendo retratos

en las córneas de un mar ajeno en silencio.

Fueron tiempos difíciles, de pensamientos arañados

Diálogos sordos, sueños en arena

Pero te quiero, no fue en vano

mis palabras no son desesperadas.

Me heriste, es verdad,

aunque palabras duras viniendo de ti

No son insultos sino apenas

las caricias frustradas que no pude darte.

Fue un adiós abrupto, de precipicio sin caída

Te pienso en los minutos que dejamos en suspenso

Quisiera decirte algo más que unas líneas sinceras

en medio de la bruma de las venas virtuales.

Si quisieras y puedes escucharme,

dejo abierta mi línea, sin bloqueos,

por si quieres escribirme de vuelta

De la tristeza

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Lloras. Sintonizas con cualquier persona, animal o cosa que vibre en la misma frecuencia de la nostalgia para abajo. Siempre se te dieron bien esos humores relacionados con bilis negra. Ríes. Lo haces de manera sonora, como si tus pulmones se recogieran para tomar un impulso y así lanzar una carcajada furiosa. Pero sigues triste, apretado de recuerdos y con gula de historias interrumpidas. Comes. De forma desmedida, como si en cada comida buscaras repletar a cada célula de tu cuerpo por el miedo ancestral de no poder comer en varios días. Y luego te miras gordo, guatón, con los excesos descansando en los rollos de tu abdomen. Tiras, coges. Con exceso y con temor. Con el deseo de saborear un cuerpo nuevo y con el terror que te produce excitar una piel que podría ser estéril. Te rindes al placer efímero de un orgasmo silencioso. No te gusta gemir y peor gritar. Y sigues triste. Con la melancolía de haber usurpado un cuerpo para abandonarlo como abandonas el tuyo propio. Te vas. Acabado el ritual de amor pasajero, agarras la ruta y te pierdes. El destino no te importa, el punto es huir, vaciarse, ya que lo único que buscas llenar es tu barriga salobre. Caminas. Con la rapidez de tus pies calcificados, escuchando música que no conoces y añorando personas que no amas. Y te ves triste. Así como cuando mirabas las ventanas empañadas mientras llovía cada marzo o abril a la víspera de Semana Santa. Llorabas siempre en esas fechas. Ahora respiras nostalgia y vomitas azúcares. Saltas y sigues triste. Nadas y sigues triste. Te sumerges en el océano dejando el desierto atrás pero conectas con la tristeza del mar en su vaivén eterno. Lloras en la cordillera azul. Te vas, nadas hasta tocar fondo. Descansas, cierras los ojos. Y sigues triste.

Acerca de las Despedidas

… Como odio las despedidas, decido ser siempre yo quien se va. Las despedidas siempre duelen más para quien queda. Cuando el sentimiento me embarga, cuando el amor me ata, cuando la rutina me atenaza, una extraña melancolía amarga mis letras y es entonces que decido dejarlo todo, salir, mirar afuera, aunque esa observación me conlleve a más amargura. A esa altura la decisión está casi tomada. Debo salir a buscar. No soy un aventurero, ni me aburro de las cosas. Simplemente tengo miedo de afincarme, de crear raíces, de amar una estabilidad. Le temo a los compromisos, a los contratos, a las ataduras y antes de que ellos terminen por acabarme o quebrándome, decido romper mis nexos, dejar puntos suspensivos. No digo que no sufro, pero prefiero salvaguardarme… Parezco frío y a veces hasta cruel, pero es al contrario. Por sentir demasiado, por dejarme afectar es que prefiero cubrirme y despedirme es una forma de huir…

Hay algo en las despedidas que me atrae. No es que sea masoquista, pero las personas adquieren una cierta postura, una expresión de lontananza. Las palabras suenan a miel, el tacto es mucho más sutil y las miradas son mucho más profundas. Son las últimas escenas de la historia. Las personas se convierten en personajes y la situación deviene teatral, cinematográfica. Aun no he tenido muchas despedidas en mi vida, pero las que tuve siempre me situaron en una especie de escenario, donde siempre he sido el que hace mutis. Cargo conmigo una inmensa nostalgia, pero nunca se compara a aquella para los que se quedan. Por eso parto. Prefiero sorprender antes que ser sorprendido…

De Tiempos y Fotogramas

Los fotogramas me agobian, me acusan, me encadenan, me atan… Son pequeños fragmentos de vidas, de personas, de frases que quedan capturados y que al ser montados uno tras otro provocan conmoción, decepción o apenas un leve suspiro de nostalgia.
Tengo fotogramas que no he resuelto, que no he mirado de frente, que devanean entre las memorias virtuales dispersas en mi mesa de trabajo. Esperan, inclementes al tiempo, un destino, una posteridad. Y yo estoy ahí frente a ellos, cual creador impotente, sin darles un destino o sin dejarles forjar su propio camino. Esta noche me asaltaron unos fotogramas rebeldes. Me han removido todo, me han dejado en lágrimas recordando lo mucho que costó encuadrarlos. Me he conflictuado, me he reconstruido en fracción de segundos. El tiempo en el cine es sólo subjetivo. No hay pasado, no hay futuro, no hay años. Solo un ahora eterno que no responde a las leyes naturales. Mis fotogramas viven conmigo hace mucho tiempo, pero nacen y renacen ante mis ojos, como también también lo harán ante tus ojos. Los personajes vivirán, se odiarán, llorarán y morirán una y otra vez con el reverse o con el rewind. Los escenarios pasarán de azules a grises, de amarillos a violetas. Las melodías se perderán en el ocaso de la mente. El tiempo habrá perdido su batalla. La ficción contenida en los fotogramas danzará sobre él. Desafiará todo principio, toda posesión…
Sin embargo, necesito un poco de tiempo para darle posteridad a estos fotogramas… Sólo un poco más, para luego burlarme de él y dejar que la ficción se magnifique y viva a su ritmo entre adrenalina y cadencias ralentizadas.

Reflexiones de medianoche

…Helena sigue aquí. Pierre aunque siempre se va, permanece aquí. Helena siempre espera siguiendo cabalmente la herencia de su nombre. Pierre es ese otro yo que siempre vuela y que cree que algún día volverá.

…La lengua (el idioma) es un pretexto. Lo que me interesa realmente es la fonética, el sonido que genera el texto y que le apunta color al sentimiento, a la emoción que busco abordar.

… Siempre he tenido la impresión que al abrir la puerta de mi cuarto voy a encontrar a una mujer con un cuchillo dispuesta a apuñalarme en el rostro…

El Sol es mi enemigo

Desde hace varias horas me encuentro tenso, preocupado, invadido de dudas y temores que puedo reconocer inmediatamente. Son ciclos que van repitiéndose, situaciones que ya viví, que ya sufrí, que conozco y que regresan a mi presente sin llamarlas… Me siento culpable porque me siento un poco responsable por lo que sucede conmigo pero no puedo evitarlo. Aun no encontré otra forma de vivir… o de no vivir…
Esta mañana una amiga me ha mirado y me ha dicho que mi aureola (¿?) estaba triste… No tuve el valor de negarlo y esbozar una sonrisa como en otras ocasiones. Me agarró desprevenido y el reconocer mi tristeza me hizo pensar en mi verdadero estado de ánimo: Hasta ayer pensaba que estaba enojado, con rabia, con impotencia, pero no, realmente es tristeza… Una nostalgia narcotizada… De cielos grises y brisa fría…
En estos días me he mirado en el espejo intentando ver más allá de mi rostro quemado por el sol… No logro encontrar un mensaje en mis ojos… Es como si todos mis escombros emocionales se redujeran a mi rostro enrojecido… En momentos así maldigo al sol, maldigo la luz, maldigo el calor, por dejarme sin brillo, por dejarme huellas… Prefiero la luna… Callada, fría, paciente que cada noche me permite observarla diferente… Definitivamente el sol y yo no somos compatibles… El sol es mi enemigo…

Miércoles de Nostalgia

He pasado parte de la mañana acurrucado de frío en la oficina frente a mi máquina en la que se reflejan líneas y líneas de historias cruzadas. Hoy me he sentido particularmente conmovido, sensible, he percibido un clima un aliento de nostalgia, de melancolía. Me he refugiado en la canción Pedaco de Mim, que la he repetido una y otra vez como suelo hacer cuando una melodía llega a moverme mucho por dentro. Esta canción tiene una particular importancia, me evoca muchos recuerdos de hace años atrás, me induce a una nostalgia de momentos que no necesariamente han sido míos (¨nostalgia prestada¨).

Hoy la recepción de esta melodía ha sido diferente…Me ha evocado otras cosas, casi no he recordado las primeras emociones que me provocó esta canción hace años. Hoy la canción se ha poblado con nuevas emociones, nuevos personajes, nuevos recuerdos. Sigue siendo nostalgia, no hay duda, pero de otro tipo, una más acorde a mi contexto, a mi vida actual. No es que una sea mejor o peor. Son nostalgias diferentes.

Hacía tiempo que había cancelado de mi repertorio musical esta canción, quizás porque no quería evocar esos recuerdos de antaño, pero hoy el ambiente, el clima, mi estado de ánimo, me obligaron a poner play. Desde el inicio fue diferente. Me queda claro que esta canción es maravillosa, nostalgia pura pero como la misma letra dice ‘a saudade é o pior castigo’. Muchas veces creo que es así. La nostalgia puede ser un castigo cuando se narcotiza, cuando muta…

Melancolía

A veces siento que las fuerzas se acaban, que la nostalgia da paso a una amarga melancolía, a una negra bilis que nubla mis pensamientos, mis recuerdos… No lo puedo evitar, es una fuerza mayor que viene del exterior o del interior…

Sí, creo que viene de adentro… Tengo el alma cuarteada, resquebrejada… Cargo con muchos personajes a cuestas, con sus propios sueños, deseos, frustraciones. Aun no logro desprenderme de todos. Ahora estoy intentando desembarazarme de unos cuantos.

La creación de un nuevo personaje es algo inevitable y también doloroso. Nuevos estigmas, nuevos dolores deberé cargar… En estos días he estado pensando en ellos, en cuántos tengo, en cuántos deje ir y cuántos pululan en mí esperando su turno de salir… Quisiera vaciarme, abandonarlos a su suerte y descansar un poco, sólo un poco, al menos por unas cuantas horas, hasta que vuelva a generar otras historias y personajes…

Desempolvando recuerdos…

En medio de un calor infernal, mientras en mi oficina tirito de frío, empiezo a recordar, a desempolvar papeles que ya fueron escritos, palabras que ya fueron dichas, fotografías que ya fueron vistas una y otra vez…
Es un viernes de saudade, un viernes de bossa, de cadencias lentas y un tanto ralentizadas… Es dulce, es amargo, es agrio… Veo escenas sueltas de una película que aun no empieza a ser editada…
Hoy he vuelto a recordar sensaciones, colores, melodías… Los minutos pasan. Mi jornada laboral ha terminado. Estoy en paz con ‘el mundo’. Ahora parto hacia un viaje a mí mismo… Intentaré reconciliarme, perdonarme, escribirme, llorarme, alegrarme, cantarme, recordarme… Necesito irme para volver y construir nuevos recuerdos…
Será un viaje interesante… Espero volver…