Mujeres luchadoras

Al fin vio la luz un proyecto al que me sumé hace algunos meses: el libro Aventuras desconocidas de mujeres bacanes. Elisa De Janón, una ex alumna de la universidad, vino a mi oficina a contarme que quería hacer un proyecto de titulación que traspase una calificación y tuviera una contribución social. Escuché con mucha atención su idea de realizar un libro escrito por varios autores en el que cada uno contara en formato de cuentos para niños, un momento de la vida de una heroína ecuatoriana que estuviera poco o nada visibilizada en la historia nacional. Me mostró varios libros de referencia editados en el extranjero, la guié sobre los siguientes pasos que debía hacer para formalizar su proyecto en la universidad, aunque nada garantizaba que lo fueran a aceptar, pues lo usual es que los profesores sean los que presenten proyectos. De todas formas, la motivé a hacerlo. Tiempo después supe que lo había conseguido, su proyecto fue aprobado y ahí vendría el trabajo duro: hacer realidad ese proyecto.

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El proyecto tuvo dos profesoras guías y varios compañeros en el proceso, con los que fueron eligiendo las mujeres ecuatorianas que debían ser incluidas en el libro. Así surgieron los nombres de Nela Martínez, Tránsito Amaguaña, Carlota Jaramillo, Manuela Espejo, Manuela Cañizares, entre otras. Los estudiantes se contactaron con varios escritores para contarles la idea y hacerlos partícipes del libro. Me sentí muy halagado al haber sido tomado en cuenta para el proyecto y escribir sobre Marietta de Veintemilla, una mujer aguerrida que fue primera dama del Ecuador en el siglo XIX y que siempre desafió los convencionalismos de la época.

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Después de varias idas y vueltas de correcciones, más las respectivas ilustraciones de cada cuento, el libro se presentó en la Feria del Libro de Guayaquil el sábado 30 de septiembre pasado. Ahí estuvimos algunos de los autores e ilustradores, se leyeron dos cuentos para los niños con personajes femeninos caracterizados como algunas de las mujeres reseñados en el libro. Fue un momento muy lindo no sólo por la cristalización de un proyecto necesario, sino porque pude ver la felicidad en el rostro de Elisa, una chica tranquila pero con la fuerza uterina necesaria para mover un proyecto de esa magnitud. Sin duda, una de las muchas glorias que realizará en su futuro.

Se espera que el libro se distribuya gratuitamente en escuelas municipales de Guayaquil que es su principal grupo objetivo: los niños.

Si tienen ganas de leerlo online acá está el sitio donde se puede descargar y además a conocer a los autores, ilustradores de los cuentos.

Regálame un libro, nada más

Intenta adivinar qué me gusta, estúdiame, revisa mis escritos, imagina qué me aceleraría la pulsión en las venas. Apuesta poco o mucho, pero sedúceme con un libro. Quiero saber que has pensado varios días, que has barajado muchos títulos para finalmente elegir uno. Ese que en tu corazón resuena, ese con el que podamos establecer un hilo rojo y recordarnos en una frase cualquiera de la página 74, 98 o 105.

Piensa delicadamente en el olor que tiene ese libro. Que sea un olor amaderado en el que pueda sumergir la nariz en medio de las páginas. Quiero identificar y guardar el perfume que ese libro me deja para que, cuando tenga nostalgia de ese «yo» que leía, pueda evocar su presencia recordando el aroma.

Elige un libro de páginas suaves pero jamás papel biblia. La delicadeza se encuentra en la distancia que hay entre el peso de las letras y la extensión completa del libro. Quiero sentir el sonido breve del recorrer las hojas y de acariciar las palabras, aquellas que intuyo leíste primero y que ahora, has seleccionado para mí.

libro regaloSorpréndeme con un libro de oraciones con incisos, de frases en cursiva en otras lenguas, de líneas irónicas que maldigan el amor y luego se reconcilien con él; que use adjetivos distantes para hablarme del llanto, de la risa, de la saudade. Un libro que no tema ser pequeño y que también esté orgulloso si decido fotografiarlo, compartirlo y ubicarlo en el altar de mis ansiedades.

Arráncalo de la estantería con firmeza pero sin prisa. Siente el ardor en tus manos imaginando ese primer momento cuando, a solas y acompañado de una luz ámbar, lo abra yo por primera vez. Sabrás seguro que lo voy a marcar, que le pondré la fecha, el lugar y las iniciales de tu nombre para que, en código secreto, pueda saber que fue el primer regalo de intimidad que decidiste obsequiarme.

Regálame un libro generoso, que me evoque otros libros y que me ayude a extender ad infinitum una cadena de historias que se preguntan y responden entre sí. De esa manera podré encontrar tu rostro matinal en una frase de final de capítulo, en un título hipotético o en la portada de un libro olvidado en la vitrina de una librería de secretos.

La ignorancia, de Kundera

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Reviso mi biblioteca como usualmente hago cuando quiero regodearme de mis libros y entre ellos, me encuentro, de forma no premeditada con este hermoso texto de Milan Kundera. Fue un libro que me recomendó leer la coordinadora de mi maestría en Buenos Aires, cuando en ese momento quería hacer de la migración mi tema de tesis. Lo leí con avidez, me asfixié de nostalgia, rayé todo el libro destacando las frases que más me golpearon. Recuerdo haber vivido esos días como una especie de limbo. Estudiando, recorriendo la ciudad (Buenos Aires) y pensando en la mía (Guayaquil). Sentí la migración en la piel, en los huesos, me preguntaba por mi regreso, me anticipaba a imaginar mi futuro yo post-migración.

Luego Buenos Aires se volvió mía y la sensación de extranjero fue diluyéndose y con ello, mi tema de tesis. Ya no me llamaba la atención, pues había vivido mi propio proceso con la lectura de Kundera y la escritura de algunos cuentos. Encontrarme con este libro, me ha recordado a mi yo migrante, mi yo estudiante sediento de cine, mi yo viajero hambriento de comerme a Buenos Aires. Ya han pasado casi 7 años desde la primera lectura del libro y hoy frente al texto, se ha difuminado el tiempo y he vuelto a ser aquel que soñaba con el regreso de Ulises, con el nostos, con la literatura como cobija para proteger los sueños.

Punto Ciego, de Mercedes Alfonsín

Hace dos semanas, me puse a leer el libro Punto ciego (Buenos Aires, 2016), de la directora de arte argentina Mercedes Alfonsín, en el que reseña de manera muy personal, sus procesos de creación en cada una de las películas que ha trabajado y la comunicación que mantiene con los cineastas.

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Es un libro lleno de anécdotas. Su relación profesional y personal con Fabián Bielinsky, director de Aura, en el que Alfonsín fue mucho más que directora de arte. También todos los periplos que pasa en Estados Unidos mientras estudiaba su master en Dirección de Arte para Cine y Ópera y obviamente, no podían faltar varias páginas dedicadas a Juan José Campanella, con quien ha trabajado en la serie Vientos de Agua y en las películas El hijo de la novia, Luna de Avellaneda y Carancho.

IMG_0302Me encanta la facilidad de palabra que tiene Alfonsín y la manera en la que hila su relato entre referentes artísticos, con una mística personal y al mismo tiempo con un pragmatismo producto de los años de trabajo. Me dio pena no haberla conocido más cuando fue mi profesora durante la maestría en Audiovisual en Buenos Aires, pero bueno, ella tenía rodajes, estaba ocupada. Lo máximo que hice para buscar un acercamiento fue escribirle un tímido mail meses después del término de la clase, recordándole quién era y si había alguna posibilidad de trabajar con ella. Ella muy amablemente me respondió que se acordaba de mí pero que suele trabajar con un equipo concreto y que por el momento estaban completos. Aunque me supo mal esa respuesta en aquel momento, leyendo el libro entendí la mística de su trabajo y comprendí lo sagrada que es la comunión que se suscita entre varias personas que colaboran juntas en diversos proyectos.

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Leyendo Punto Ciego, vuelve a mí el deseo súbito de haberla conocido más, de haber compartido un espacio de trabajo y no sólo evocar el recuerdo de la dinámica profesora-alumno. Quizás en el futuro los caminos nos encuentren en alguna película y pueda comentarle cómo su libro fue catártico para mí en un sábado extraño en el que tenía literalmente la garganta cerrada por el estrés y por muchos proyectos que no salieron este año.

Sin duda, un libro necesario para cualquier persona involucrada en audiovisual y también para cualquier curioso del arte en general.