Hace dos semanas, me puse a leer el libro Punto ciego (Buenos Aires, 2016), de la directora de arte argentina Mercedes Alfonsín, en el que reseña de manera muy personal, sus procesos de creación en cada una de las películas que ha trabajado y la comunicación que mantiene con los cineastas.
Es un libro lleno de anécdotas. Su relación profesional y personal con Fabián Bielinsky, director de Aura, en el que Alfonsín fue mucho más que directora de arte. También todos los periplos que pasa en Estados Unidos mientras estudiaba su master en Dirección de Arte para Cine y Ópera y obviamente, no podían faltar varias páginas dedicadas a Juan José Campanella, con quien ha trabajado en la serie Vientos de Agua y en las películas El hijo de la novia, Luna de Avellaneda y Carancho.
Me encanta la facilidad de palabra que tiene Alfonsín y la manera en la que hila su relato entre referentes artísticos, con una mística personal y al mismo tiempo con un pragmatismo producto de los años de trabajo. Me dio pena no haberla conocido más cuando fue mi profesora durante la maestría en Audiovisual en Buenos Aires, pero bueno, ella tenía rodajes, estaba ocupada. Lo máximo que hice para buscar un acercamiento fue escribirle un tímido mail meses después del término de la clase, recordándole quién era y si había alguna posibilidad de trabajar con ella. Ella muy amablemente me respondió que se acordaba de mí pero que suele trabajar con un equipo concreto y que por el momento estaban completos. Aunque me supo mal esa respuesta en aquel momento, leyendo el libro entendí la mística de su trabajo y comprendí lo sagrada que es la comunión que se suscita entre varias personas que colaboran juntas en diversos proyectos.
Leyendo Punto Ciego, vuelve a mí el deseo súbito de haberla conocido más, de haber compartido un espacio de trabajo y no sólo evocar el recuerdo de la dinámica profesora-alumno. Quizás en el futuro los caminos nos encuentren en alguna película y pueda comentarle cómo su libro fue catártico para mí en un sábado extraño en el que tenía literalmente la garganta cerrada por el estrés y por muchos proyectos que no salieron este año.
Sin duda, un libro necesario para cualquier persona involucrada en audiovisual y también para cualquier curioso del arte en general.
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