Saudade de Domingo #130: El poder de las historias

Desde hace una semana esperaba con ansias la temporada final de la serie Las chicas del cable (no habrá spoilers). Digo hace una semana porque me enganché “tarde”. Aunque se estrenó en el 2017, le di una oportunidad a la serie hace apenas un mes y la verdad no me arrepiento. Tiene un muy buen ritmo, actuaciones excelentes, una recreación interesante de los años 20/30 en España y aunque el guion a veces peca de irreal, la historia logra sostenerse a lo largo de los temporadas. No recuerdo un solo capítulo en el que me haya quedado indiferente. Siempre había tensión y eso como espectador se agradece. 

Las chicas del cable, temporada final

Por ello me devoré las temporadas en tres semanas. Veía normalmente uno o dos capítulos por noche y cuando se aproximaba el fin de alguna temporada llegué hasta ver tres por noche. Hace una semana había terminado la primera parte de la quinta temporada y esperaba ya el final season. Como dije, no haré spoilers pero debo decir que es un final sorprendente, inesperado y hasta cierto punto, consecuente a la mística de las chicas del cable. Ayer sábado terminé de ver los últimos tres capítulos y la verdad hasta ahora que escribo sigo pensando en los personajes, en la época franquista en la que se desarrolla esta última parte de la trama. Todavía las voces y las historias de cada personaje revolotean en mi cabeza, como si se trataran de personas reales. Soy escritor y guionista, mi trabajo son las historias y conozco desde adentro cómo se cuece esa maquinaria, sin embargo ante una buena historia caigo rendido como espectador lacrimógeno, “me como el cuento” y dejo habitar a esos personajes en mí.

Estoy convencido de que las historias sanan, tienen ese poder mágico, ancestral de devolvernos nuestra esencia humana. Somos seres narrativos y el vivir historias sea como una película, serie, telenovela, libro, canción no es un mero entretenimiento sino una necesidad. Sin un poco de ficción, la vida sería triste, aburrida. Las historias nos hermanan, nos tocan, nos reflejan, nos permiten conocernos más.

Creo que un requisito fundamental para crear historias es que salgan del corazón de su autor y lleguen directo al corazón del lector/espectador. Las historias más artificiosas, llenas de cifras duras o de datos demasiado genéricos no tocan. Pueden incluso ser lindas a nivel estético pero no tienen alma, no están vivas, no se meten en el corazón del que ve o que lee. Recuerdo ahora una frase emblemática de Hemingway que decía: “No cuentes la historia de la guerra, cuenta la historia del soldado”. Tenía tanta razón. Yo de la guerra civil española y el posterior franquismo tenía datos a nivel histórico pero reconozco que sabía poco de las historias de vida. Y con esta última temporada de Las Chicas del Cable (sí, perdón todavía no lo digiero) se me ha hecho el corazón chiquitito al ver sufrir a los personajes la represión, la tortura, la separación de las familias. Cosas que sabemos que son típicas en las guerras y en los gobiernos dictatoriales, pero como decía, cuando conocemos la historia en concreto de alguien, el mundo cambia.

La periodista brasileña Ana Holanda afirma que un texto (el que sea) escrito de una forma visceral es capaz de transformar, cambiar, aproximar y afectar. Por eso celebro que en el mundo de hoy las historias estén visibilizando a personajes de los cuales antes solo se conocían estereotipos sin ir hasta la raíz. Las historias de la comunidad afro, mujeres, LGBTIQ+, pueblos originarios, de clases menos privilegiadas, están ganando más espacio y sus conflictos se están tratando de una manera humana, cercana, son capaces de tocar el corazón y de abrir la mente de espectadores conservadores. Las historias crean puentes donde sólo hay abismos.

Me gustaría antes de concluir dar un paso más. Ser espectador es imprescindible, sanador y entretenido, pero de la misma manera lo es convertirse en creador de historias. Muchos dirán que no tienen el talento para eso, que su historia de vida no es interesante pero en realidad cuando algo es contado desde las vísceras, desde el corazón, el que lee o escucha nunca quedará indiferente. Podrá no ser perfecto a nivel de la forma quizás, pero esa historia igual tendrá vida. Todos somos muy fáciles a la hora de juzgar pero al momento que conocemos la historia personal de alguien se nos cae nuestro castillo de prejuicios, quedamos desarmados y a lo mejor, nos predisponemos a conocer más de esa persona o grupo social. 

Por eso necesario contar nuestras historias. Para que los otros sepan que existimos, para que los otros “cuenten con nosotros” en este camino de vida. 

Saudade de Domingo #86: Escribir mientras viajo

Como ya conté en el post anterior, la semana pasada salí de viaje y contrariamente a lo que había dicho acá, en esta ocasión escribí mucho.  No sé qué astros se alinearon o qué procesos se han operado en mí en los últimos tiempos, pero durante mi viaje relámpago a Miami, me sorprendí pensando en escenas que tenía que escribir rápidamente en el papel o en las notas del iPhone. Era un torrente de ideas que venían una detrás de la otra. En algunos momentos tuve que ponerme en modo pausa para seguir con el itinerario del viaje pero al menor descuido, venían nuevas escenas, personajes que se enojaban entre sí, secretos familiares que modificaban destinos, romances no confesados, sueños frustrados. Me resultó paradójico que en una ciudad como Miami (que no es de mis favoritas) la escritura fluyera tan bien.

IMG_3539Creo que la gente local, la arquitectura, el paisaje urbano, fueron ingredientes clave para toda esa inspiración repentina que me vino en Miami. En este viaje asumí la aventura quizás con otro entusiasmo. Fui con el afán de realmente no hacer más que caminar, comprar algunas cosas y olvidarme de las tareas cotidianas. Y ese propósito, de enfrentarme a un lugar desconocido y al mismo tiempo tan familiar gracias a los imaginarios que todos tenemos sobre Miami, fui construyendo mi propio trayecto. Y en ese descubrimiento, la escritura fue clave. Escribir el viaje, es volver a vivirlo, es obligarte a fijar ciertos lugares, ciertas sensaciones, de modo que el haber pasado por un lugar o una ciudad no se queda como un borrón en el corazón sino que adquiere una luz propia, una forma concreta a la que se puede recurrir después de evocarla.

Muchas veces resulta más práctico escribir luego del viaje, pero escribir en el durante tiene su magia. Se vuelve el recuerdo del recuerdo. Para mí es escribir con saudade mirándome en el futuro. Revisando en estos días las anotaciones durante el viaje, me sorprendo con cosas que ya había olvidado y que están ahí, escritas, con sus verbos, sus adjetivos hiperbólicos, con personajes en tránsito a alguna cosa. Entre ayer y hoy me he puesto en la tarea de volcar todo eso en un nuevo texto, en una obra que he comenzado a escribir. Como todo proceso de gestación el inicio está siendo caótico pero estoy amando ese torbellino de fragmentos. Sólo tengo el deadline que yo mismo me he impuesto y que espero cumplir. Siento desde ya un cariño especial por este nuevo proyecto que sin duda tendrá mucho de Miami, aunque quizás no se nombre a la ciudad ni se evoque nada de su estética. Pero seguirá teniendo de Miami, sus sonrisas, sus suspiros, su frescura. El viaje a Miami será la base que sostenga esta nueva historia.

Saudade de Domingo #37: Nuevo desafío

Los meses pasan y es fácil caer en la inercia. Intento huir un poco a las reglas, pero mirando hacia atrás me doy cuenta de lo importante que resulta fijarse metas, plazos, deadlines para cumplir algún objetivo. Eso de esperar el momento indicado, que llegue la inspiración, que se unan los astros y demás son sólo pretextos para ponerse a trabajar. Entiendo también que ya en los trabajos convencionales hay tantas reglas y pasos, que lo que uno quisiera es liberarse de ellos en los proyectos personales. Sin embargo, estos también exigen una disciplina, una metodología (más lúdica quizás, dependiendo) y sobre todo una constancia, un compromiso con uno mismo. Y creo que ese es el compromiso más jodido de cumplir. Es más fácil comprometerse por/con otros, pero el compromiso personal, ese que nadie está verificando si cumples o no, es el más difícil de mantener. Por ello la idea de fijarse metas, así sean pequeñas, cortas, insignificantes para otros. No hay nada más lindo cuando se cumple una meta y sentir que uno mismo se hace «check» en la lista de deseos.

Por mi propia experiencia siento que cuando no llevo un calendario de actividades, termino perdiéndome. No sé bien cómo aprovechar el tiempo y tengo la sensación de estar sujeto a los tiempos de otros. Por eso trato de llevar un calendario semanal para ver en macro cómo estará la semana y encontrar esos pequeños intersticios para realizar algo personal, que normalmente se decanta también en varias áreas de mi interés: leer, aprender o repasar un idioma, escribir un cuento, escribir un guión, ver alguna película o serie.

Aprovechando el inicio de mes, decidí desde la semana pasada, que estos últimos meses del año (qué rápido se está yendo el 2016) los dedicaré a escribir un proyecto concreto. Hace años atrás llevo una historia que me ronda la cabeza, que a veces me abandona y otras veces regresa con fuerza, ímpetu, obligándome casi a dejar lo que estuviera haciendo para empezar a escribir. Siempre termino por desplazarla y cae nuevamente en el olvido. Hace unos días vi una película alucinante, muy bien escrita, dirigida e interpretada que se realizaba en una sola locación. Mi historia perfectamente se puede contar también en una sola locación y desde ya empiezo a martillearme la cabeza con empezar a escribir.

keep-writing

Así que desde hoy 2 de octubre hasta el 30 de diciembre, me propongo escribir el guión de esa historia. Tengo varios apuntes, un esbozo de la estructura narrativa, perfil de los personajes principales. Ayer sábado 1 me puse a ordenar un poco todos los apuntes dispersos en un solo documento y en esto como siempre me está ayudando un montón utilizar el Scrivener, software maravilloso que me permite visualizar todo en un documento master.

No sé si será un proceso ordenado ni agradable, veré cómo respondo o cómo me siento ante la incertidumbre pero ponerme nuevamente frente a la página blanco, con personajes que esperan mis directrices. No será un guión perfecto como no lo es ninguno en el primer borrador pero lo importante es sacarlo, dejar que me martillee la cabeza y que al menos descanse agotado sobre el papel. En lo posible iré documentando desde acá los avances que vaya teniendo sobre el guión, para que me sirve como una bitácora del proceso mismo.

Y que sea lo que tenga ser, como decía un personaje en un corto que escribí años atrás.