Como ya conté en el post anterior, la semana pasada salí de viaje y contrariamente a lo que había dicho acá, en esta ocasión escribí mucho. No sé qué astros se alinearon o qué procesos se han operado en mí en los últimos tiempos, pero durante mi viaje relámpago a Miami, me sorprendí pensando en escenas que tenía que escribir rápidamente en el papel o en las notas del iPhone. Era un torrente de ideas que venían una detrás de la otra. En algunos momentos tuve que ponerme en modo pausa para seguir con el itinerario del viaje pero al menor descuido, venían nuevas escenas, personajes que se enojaban entre sí, secretos familiares que modificaban destinos, romances no confesados, sueños frustrados. Me resultó paradójico que en una ciudad como Miami (que no es de mis favoritas) la escritura fluyera tan bien.
Creo que la gente local, la arquitectura, el paisaje urbano, fueron ingredientes clave para toda esa inspiración repentina que me vino en Miami. En este viaje asumí la aventura quizás con otro entusiasmo. Fui con el afán de realmente no hacer más que caminar, comprar algunas cosas y olvidarme de las tareas cotidianas. Y ese propósito, de enfrentarme a un lugar desconocido y al mismo tiempo tan familiar gracias a los imaginarios que todos tenemos sobre Miami, fui construyendo mi propio trayecto. Y en ese descubrimiento, la escritura fue clave. Escribir el viaje, es volver a vivirlo, es obligarte a fijar ciertos lugares, ciertas sensaciones, de modo que el haber pasado por un lugar o una ciudad no se queda como un borrón en el corazón sino que adquiere una luz propia, una forma concreta a la que se puede recurrir después de evocarla.
Muchas veces resulta más práctico escribir luego del viaje, pero escribir en el durante tiene su magia. Se vuelve el recuerdo del recuerdo. Para mí es escribir con saudade mirándome en el futuro. Revisando en estos días las anotaciones durante el viaje, me sorprendo con cosas que ya había olvidado y que están ahí, escritas, con sus verbos, sus adjetivos hiperbólicos, con personajes en tránsito a alguna cosa. Entre ayer y hoy me he puesto en la tarea de volcar todo eso en un nuevo texto, en una obra que he comenzado a escribir. Como todo proceso de gestación el inicio está siendo caótico pero estoy amando ese torbellino de fragmentos. Sólo tengo el deadline que yo mismo me he impuesto y que espero cumplir. Siento desde ya un cariño especial por este nuevo proyecto que sin duda tendrá mucho de Miami, aunque quizás no se nombre a la ciudad ni se evoque nada de su estética. Pero seguirá teniendo de Miami, sus sonrisas, sus suspiros, su frescura. El viaje a Miami será la base que sostenga esta nueva historia.