
Acá estoy de regreso con la sección de pelis de sábado por la noche. Vi muchas pelis en este tiempo pero por una u otra razón se me dificultaba reseñarlas por acá. Ahora regreso con la tarea y reinicio con una película brasileña que tenía en la mira desde hace algún tiempo porque amo todos los trabajos que hace Glória Pires, una de sus protagonistas.
En su dilatada carrera como director, Bruno Barreto apuesta a contar una historia que aun ahora desafía los convencionalismos. En Reaching for the Moon (o Flores Raras, como fue su título en Brasil), Barreto narra la historia real de amor entre la poetisa norteamericana Elizabeth Bishop y la arquitecta brasileña Lota de Macedo Soares.

Basada en la novela de Carmen L. Oliveira, la película no hace ningún tipo de juicio moral acerca de la relación de las dos mujeres. Miranda Otto y Glória Pires trabajan sus personajes desde la humanidad, dejando a un lado la mirada castigadora heteronormativa de dos mujeres que se aman. En escena se ve a dos seres humanos que se quieren con sus cualidades, con sus vicios y que gozan, sufren por sus propias acciones. Otto trabaja más desde la introspección, desde los silencios, la contención, mientras que Pires se centra más en la fuerza, en el poder que tiene su personaje, siempre bien relacionada con las altas esferas de la sociedad carioca, lo que le permite ser un poco maestra de vida de la poetisa.
Barreto no convierte al film en una bandera por los derechos GLBTI, sino que busca mostrar la naturalidad que existe en cualquier tipo de relación, siempre que haya un amor genuino. Elige encuadrar a Elizabeth y a Lota en el paisaje natural de la hacienda de la arquitecta en Petrópolis, lo que permite que su amor se desarrolle lejos del ruido urbano, mientras se cocía a fuego lento el golpe que llevó a Brasil a la dictadura en 1964.
El retratar el amor de dos mujeres en edad madura, le representó todo un desafío a Bruno Barreto, pues en Brasil muchas instituciones se negaron a ser patrocinadoras de la película justamente por la temática central de la historia. Por el hecho de que la película es mayormente hablada en inglés, se esperaba que tuviera alguna nominación al Óscar, cosa que lamentablemente no ocurrió, a pesar de todos los méritos artísticos que posee la cinta.






también una espía de Malèna, de la mujer sensual, de la «libertina», de la viuda repentina que debía llamarse al recato y no a la exhibición. Mónica Bellucci exhala toda su sensualidad en una Malèna que recuerda a sus antecesoras Sofia Loren, Ana Magnani o Gina Lollobrigida. Mujeres voluptuosas, de sangre latina, seductoras por naturaleza y no por elección. La nostálgica música de Ennio Morricone acompaña la vida de esta mujer encerrada en este pueblo que pese a ser hablador y fiscalizador de la vida ajena, es también un lugar pintoresco, de grandes charlas a pesar de la atmósfera gris en la época de la Italia de Mussolini.



Abrahamson dedica una parte de la película para mostrarnos esa rutina de Joey y de Jack. Entre líneas vamos descubriendo también cómo Joey cayó en las redes de su captor y cómo debe negociar con él para poder conseguir alimentos, ropa, juguetes para Jack. La madre parece resignada a su situación, a los siete años de encierro teniendo sólo un tragaluz como hipotético contacto con el exterior. Hasta que decide hacer algo por ella y por Jack.

todos los obstáculos de la Iglesia para impedir que sus secretos salgan a la luz, se deja claro el trabajo ético de los periodistas en el trato con las víctimas. Escuchan, saben qué y cómo preguntar respetando la sensibilidad. Es una labor delicada en la que sería muy fácil tomar una postura emotiva, sin embargo el grupo periodístico sabe que necesitan de calma y precisión para lograr una investigación mucho más profunda. Vemos a los personajes de Keaton, Ruffalo, McAdams, Slattery en conflicto interno con lo que cada uno debe resolver ante las atrocidades que fueron sucediendo en la ciudad casi ante sus propios ojos, olvidando a las víctimas por años. Como bien dice uno de los personajes, «nunca es tarde» y tomando ello como mantra realizaron una investigación exhaustiva que terminó por destapar en el 2002 todos los abusos cometidos desde la Iglesia de Boston. La repercusión del caso, instó también a que muchas de las víctimas se animaran a hablar y fue así como el diario produjo más de 600 artículos relacionados con el tema.
periodistas todavía cree posible generar cambios en la sociedad a partir de su trabajo. Es una película necesaria, con un guión impecable y que sabe manejar con destreza la tensión a lo largo de toda la trama. El elenco funciona perfecto, nadie destaca por encima de ninguno, por lo que se obtiene una película coral. Ver a Michael Keaton en esta película luego de Birdman el año pasado, sólo confirma lo dúctil y minimalista que es como actor, sin tener que acaparar todas las escenas de la película. Mark Ruffalo, con el physique du rôle de hombre común, encarna a un periodista capaz de todo para avanzar en la investigación. Se lo toma como una misión personal y Ruffalo dota a su personaje de una naturalidad que se evidencia en sus pausas, sus momentos de impulso y en la interacción, a veces conciliadora, a veces conflictiva, con los demás personajes.


La película con más de 12o minutos de duración termina cayendo en ciertas repeticiones a nivel narrativo. Se sabe que para mantener una historia homérica se necesita de muchos ganchos para mantener en vilo al espectador. Iñárritu termina a momentos encantado por la espectacularidad de la cámara, de la perfecta fotografía Lubezki que capta escenarios naturales como pocos, olvidando que ante todo está contando una historia. The Revenant es un trabajo impecable desde todo sentido técnico y DiCaprio despliega toda su artillería de actor que ha venido acumulando en largos años de papeles diversos. La historia podría contarse en menos tiempo y la estructura no se vería afectada. En el sentido narrativo me quedo más con su película anterior Birdman que con The Revenant, sin embargo la sobrecogedora actuación de DiCaprio permite perdonar las fallas dramatúrgicas. La venganza en sus ojos le gana a largas escenas de nieve perpetua, el dolor de la pérdida le gana a los personajes secundarios que no terminan por delinearse del todo. Tom Hardy construye un personaje que podría estar a la altura de DiCaprio pero la trama les brindó pocos momentos juntos para ver lo que podría haber sido un gran encuentro épico.
un matrimonio ya en ruinas, que decide ir a un gran almacén de la Nueva York de los cincuenta, en busca de un regalo para su hija. Quien la atiende es Therese (Rooney Mara), una de las empleadas de la tienda. Hay una atracción inmediata pero que no puede exponerse abiertamente. Carol deja accidentalmente sus guantes y Therese insiste en devolvérselos. Después de ese encuentro, las dos mujeres vivirán una relación de amistad que va tomando otros tintes con el paso del tiempo. La situación se complica cuando el esposo de Therese, buscando vengarse de Carol al no querer salvar su matrimonio, decide quitarle la custodia de la hija alegando prácticas extrañas que podrían afectar a la crianza de la niña.
Todd Haynes muestra la historia sin juzgar. Prefiere enfocar la trama desde dos mujeres que se aman, se desean pero que también dudan y sufren. Deja claro incluso el silencio que existía en la época acerca del tema en la que ni siquiera el esposo de Carol se atrevía a llamar por su nombre a lo que estaba pasando. Tampoco era capaz de decir el nombre de Therese y se limitaba tan solo a “esa chica”. Haynes opta por escenas largas de diálogos cargados de subtexto y miradas, con una fotografía a veces borrosa en la búsqueda de un escenario desolador para los momentos frágiles de los personajes. Como ya lo hizo en Velvet Goldmine (1998) y Far from Heaven (2002), Haynes prefiere buscar el lado humano sin caer en la victimización, donde no hay buenos ni malos sino personajes que actúan bajo los parámetros dominantes y terminan por reproducir un status quo asfixiante.
humana, alejada de la heroína lacrimógena para dar lugar a una mujer que se debate entre los convencionalismos de una época y sus verdaderos deseos como ser humano. Debe decidir entre ser esposa/madre o vivir a plenitud el amor junto a Therese, pues no es una época que permitiera ambos roles sin ser criticada. Blanchett hace con Carol una especie de juego en el que a momentos luce con una frialdad convencional y de pronto la aviva con una pasión propia de una adolescente. Blanchett logra junto a Rooney Mara una pareja armónica en la que además se siente una constante tensión, una densidad que deben quitarse si desean seguir adelante.
Debe estar conectado para enviar un comentario.