Acerca de las Despedidas

… Como odio las despedidas, decido ser siempre yo quien se va. Las despedidas siempre duelen más para quien queda. Cuando el sentimiento me embarga, cuando el amor me ata, cuando la rutina me atenaza, una extraña melancolía amarga mis letras y es entonces que decido dejarlo todo, salir, mirar afuera, aunque esa observación me conlleve a más amargura. A esa altura la decisión está casi tomada. Debo salir a buscar. No soy un aventurero, ni me aburro de las cosas. Simplemente tengo miedo de afincarme, de crear raíces, de amar una estabilidad. Le temo a los compromisos, a los contratos, a las ataduras y antes de que ellos terminen por acabarme o quebrándome, decido romper mis nexos, dejar puntos suspensivos. No digo que no sufro, pero prefiero salvaguardarme… Parezco frío y a veces hasta cruel, pero es al contrario. Por sentir demasiado, por dejarme afectar es que prefiero cubrirme y despedirme es una forma de huir…

Hay algo en las despedidas que me atrae. No es que sea masoquista, pero las personas adquieren una cierta postura, una expresión de lontananza. Las palabras suenan a miel, el tacto es mucho más sutil y las miradas son mucho más profundas. Son las últimas escenas de la historia. Las personas se convierten en personajes y la situación deviene teatral, cinematográfica. Aun no he tenido muchas despedidas en mi vida, pero las que tuve siempre me situaron en una especie de escenario, donde siempre he sido el que hace mutis. Cargo conmigo una inmensa nostalgia, pero nunca se compara a aquella para los que se quedan. Por eso parto. Prefiero sorprender antes que ser sorprendido…

Saudade de Terça Feira…

Saudade, saudade… Saudade, saudade… às vezes seria melhor tirar esse sentimento de mim e ficar sem emocao. Mas não posso… Sempre terá música, imagens, cheiros, sons que me lembrarão de pessoas, de momentos inesquecíveis…
Em momentos como agora, prefiro me mergulhar nas minhas letras, chorar calado, me esconder nos meus óculos e olhar só pra a tela… Me esqueço do mundo, do trabalho e me deixo levar pela música, pelos personagens, pelas pessoas maravilhosas que já conheci… Me afogo, sim, muito…Lembrar doi, mas é a minha memória. A lembrança torna-se o melhor homenagem para aquelas pessoas e coisas que já não estão mais comigo… Eles merecem estar nos meus pensamentos em uma voz, em uma cor, em um livro, em vários personagens…

Tenho saudade, estou com saudade, sou saudade…

Je te déteste saudade…

Miércoles de Nostalgia

He pasado parte de la mañana acurrucado de frío en la oficina frente a mi máquina en la que se reflejan líneas y líneas de historias cruzadas. Hoy me he sentido particularmente conmovido, sensible, he percibido un clima un aliento de nostalgia, de melancolía. Me he refugiado en la canción Pedaco de Mim, que la he repetido una y otra vez como suelo hacer cuando una melodía llega a moverme mucho por dentro. Esta canción tiene una particular importancia, me evoca muchos recuerdos de hace años atrás, me induce a una nostalgia de momentos que no necesariamente han sido míos (¨nostalgia prestada¨).

Hoy la recepción de esta melodía ha sido diferente…Me ha evocado otras cosas, casi no he recordado las primeras emociones que me provocó esta canción hace años. Hoy la canción se ha poblado con nuevas emociones, nuevos personajes, nuevos recuerdos. Sigue siendo nostalgia, no hay duda, pero de otro tipo, una más acorde a mi contexto, a mi vida actual. No es que una sea mejor o peor. Son nostalgias diferentes.

Hacía tiempo que había cancelado de mi repertorio musical esta canción, quizás porque no quería evocar esos recuerdos de antaño, pero hoy el ambiente, el clima, mi estado de ánimo, me obligaron a poner play. Desde el inicio fue diferente. Me queda claro que esta canción es maravillosa, nostalgia pura pero como la misma letra dice ‘a saudade é o pior castigo’. Muchas veces creo que es así. La nostalgia puede ser un castigo cuando se narcotiza, cuando muta…

Numa Cortina de Vidro…

Hoje não quero falar, nem escrever em espanhol. Sinto, amo, escrevo em português. Agora olho o mundo tras dois vidros… É parte da minha aprendizagem, de uma pesquisa que comecei sem começar direito.

Agora descobri uma coisa a mais de mim: Sinto necessidade de pertença, de levar meu raciocínio, minhas emoções para algo ou alguém. Sou um poquinho maluco…

Hoje só quero escutar, olhar tras meus óculos… Quero imperfeição… Estou com saudade até daquilo que ainda nao vivi, de pessoas que ainda não conheci… Choro aos poucos tentando disfarçar…

Tem uma canção que sempre me leva até meu interior… É só escutar para eu me esquecer do mundo, do tudo e sembrar minhas lembranças, meus personagens que dormem no esquecimento… Não é sofrimento, é apenas uma saudade que ainda não é fado… Segue sendo bossa nova mas me faz chorar. São lágrimas que saem sem saber por quê. Deve ser produto das minhas mágoas, de algumas lembranças coloridas e de outras em preto e branco.

Tenho tanto pra dizer, pra falar, mas agora preciso calar. Preciso me escutar, me olhar. Está sendo uma bela viagem mas dolorosa também. Descobri que tem felicidade até no sofrimento. Estou contente com essa deconstrução. Estou achando coisas interesantes…

Quero ir embora e me mergulhar em águas escuras, caminhar, falar em línguas remotas. Quero ser um outro para me reconhecer no espelho… Para voltar e continuar…

Desempolvando recuerdos…

En medio de un calor infernal, mientras en mi oficina tirito de frío, empiezo a recordar, a desempolvar papeles que ya fueron escritos, palabras que ya fueron dichas, fotografías que ya fueron vistas una y otra vez…
Es un viernes de saudade, un viernes de bossa, de cadencias lentas y un tanto ralentizadas… Es dulce, es amargo, es agrio… Veo escenas sueltas de una película que aun no empieza a ser editada…
Hoy he vuelto a recordar sensaciones, colores, melodías… Los minutos pasan. Mi jornada laboral ha terminado. Estoy en paz con ‘el mundo’. Ahora parto hacia un viaje a mí mismo… Intentaré reconciliarme, perdonarme, escribirme, llorarme, alegrarme, cantarme, recordarme… Necesito irme para volver y construir nuevos recuerdos…
Será un viaje interesante… Espero volver…

Escenarios

Nada más triste que un escenario sin personajes, como una biblioteca vacía, un jardín sin flores… Los escenarios resultan ser sólo una representación, un medio que permite la perpetuación de un personaje. ¿Y cuándo éste se va? El escenario deviene una suerte de caja vacía en la que aun se pueden encontrar vestigios de lo que alguna vez albergó.

Así me he sentido hoy al ver un aula vacía, que hasta hace poco estuvo abarrotada de jóvenes inquietos que se debaten entre sus obligaciones estudiantiles y sus verdaderas aspiraciones de vida. Hoy también vi una oficina, en la que ya no estaba su protagonista. Una semana atrás ese escenario rebosaba de vida con la fuerte presencia de su personaje principal y de toda su utilería. Ahora ya no queda nada de eso… Sólo una caja vacía, mustia, plúmbica, con un sabor salobre…

Son escenarios que no albergan más que recuerdos de lo que alguna vez fueron… Es así como se van llenando de energías y su existencia se limita a las evocaciones de quien se sumerge en ellos con intención o por accidente.

Lo reconozco, amo los escenarios, pero le temo a la soledad a la que inexorablemente está condenados cuando sus personajes hacen mutis y deciden que la función debe terminar.

Viernes de Nostalgia

Viernes 07 Agosto
09.00
La ciudad ha amanecido nublada, algo fría y con un ambiente de fiesta a propósito de la presentación de Silvio Rodríguez esta noche en Guayaquil. Mientras me dirijo a mi trabajo en el Canal del Cerro, llevo un aliento de nostalgia luego de haberme despedido formalmente de mis tres cursos de Comunicación 3. Repaso mentalmente las melodías de Drexler, mientras que desde los vericuetos de la memoria emergen los recuerdos de mi primer viaje a Brasil. Encontré algo en el aire, en la hora, en el color de la ciudad, en la intensidad de la luz, que me transportó a la Terminal Terrestre de Sao Paulo cuando me disponía a recorrer por tierra el trayecto hasta mi Cidade Maravilhosa. Era el mismo ambiente y de pronto, sentí una saudade de ese viaje con mi padre. Abandonaba la hermosa Sao Paulo -ciudad donde espero algún día vivir no sé por cuánto tiempo-, para aventurarme en la endiablada Río de Janeiro, que me extendió los brazos del Redentor y me acogió como a un carioca más en su laberíntica modernidad.
Y así llegué, con ese aire de nostalgia, con los recuerdos de Brasil y las melodías de Drexler a mi lugar de trabajo, para sumergirme en otras ficciones, mientras empiezo a contar las horas para reconciliarme con mis libros no concluidos y las cintas apiladas que me esperan en el escritorio de mi cobáltica habitación.

Adiós…

Preferiría no empezar con aquella palabra tan melancólica, pero entre más escribo más negras fluyen las líneas. No consigo hilvanar letras más alegres. Es difícil dirigir las emociones, canalizar los sentimientos. Me apena tu partida… Es verdad… Ya no te veré a través de mi ventana, no escucharé el repicar del teléfono sabiendo que eras tú quien llamaba, no tendré esas repentinas reuniones vespertinas que muchas veces terminaban siendo conversaciones de amigos más allá de lo laboral. Ahora debo decirte adiós y también a esos momentos. Has hecho mutis en esta rara obra del absurdo o de la crueldad… El nudo de la trama se volverá más tenso…. Se ha perdido un gran personaje… una gran actriz… Quiero confiar que como en toda gran obra la salida de un personaje, reserva la llegada de cambios positivos, renovación tanto para el que se va como para los que se quedan… Espero que así sea…

Emprenderás nuevos rumbos, surcarás lugares estériles, transformarás lo mustio en vida. Desconozco tus próximos pasos. Sólo espero verte en el futuro, conversar esta vez fuera de aquella atmósfera asfixiante. Tiempos nuevos están por venir aunque sentiré falta de nuestras charlas, cuando a veces llegaba efusivo imaginando un sinfín de cosas para realizar y cambiar. Recuerdo que me mirabas con emoción, como si te dijeras a ti misma que habías apostado por un loco apasionado. No sé si para bien o para mal. Ni quiero preguntármelo tampoco…

Guardaré mis vivencias en un lugar que nada ni nadie moverá. Quizás nunca hable de ti, quizás no vuelva a verte, pero te tendré muy presente. Un secreto, un recuerdo, una mirada, una sonrisa más que guardar en mi álbum de remembranzas, en aquel océano de vivencias propias y ajenas que de vez en cuando agito en marea alta para bañarme de saudade. Entonces saboreo mis lágrimas, mi respiración se corta como ahora, cuando me doy cuenta que muchas veces se ignora cuánto  se puede llegar a apreciar y a querer a alguien en un lugar tan frío, inhóspito y muchas veces inclemente como en el que nos conocimos. El corazón aun existe, persiste y puede vivir en condiciones tan infrahumanas. Inevitablemente mi alma va formando lazos y raíces en ese desierto que algún día desembocará en el océano del cual me nutro. 

Un abrazo,

Saudade.


Hay Momentos…

Hay momentos en los que prefiero callar, escuchar a quien sabe más que yoy a quien cree tener la razón sobre algo… Me reconfortará nutrirme al dejar que el alma del otro desahogue su fuero interior…

Hay momentos en los que elijo hablar, teniendo la certeza de que mis palabras serán bienvenidas para seres que necesitan escuchar una opinión o que buscan despertar una fibra de su corazón más allá de lo que la vida soft les pueda dar.

Hay momentos en los que siento que es hora de escribir, de sentarme un instante, aislarme del mundo y reconstruir una realidad para llevarla a la ficción… Hacer poesía con las palabras como una forma de salvarme y de salvar a quienes me quieren cuerdo…

Hay momentos en los que prefiero reír, como si intentara escapar a la formalidad autoimpuesta que muchas veces rige mi día a día. Una sonrisa abre mundos, me permite conocer realidades y también penurias disfrazadas…

Hay momentos en los que decido llorar, sabiendo que me vuelvo vulnerable ante ojos de otros. A veces prefiero un bossa nova de fondo, a alguna melodía de habla portuguesa que me ponga en sincronía con las notas de mi propio universo…

Hay momentos en los que quisiera tener atrofiada la región cerebral que regula las emociones, para de esa manera no tener que sentir amor, pena, dolor, ni sentimiento por nada ni por nadie. La indolencia no es mi naturaleza y a veces se convierte en un estigma el querer dejar que el alma hable cuando le plazca… Entonces opto por respirar profundo, mirarme en un escenario donde mis compañeros son actores e improviso un diálogo frío que me ayude a templar los huesos, para recobrar el aliento y seguir adelante con la obra.