Intenta adivinar qué me gusta, estúdiame, revisa mis escritos, imagina qué me aceleraría la pulsión en las venas. Apuesta poco o mucho, pero sedúceme con un libro. Quiero saber que has pensado varios días, que has barajado muchos títulos para finalmente elegir uno. Ese que en tu corazón resuena, ese con el que podamos establecer un hilo rojo y recordarnos en una frase cualquiera de la página 74, 98 o 105.
Piensa delicadamente en el olor que tiene ese libro. Que sea un olor amaderado en el que pueda sumergir la nariz en medio de las páginas. Quiero identificar y guardar el perfume que ese libro me deja para que, cuando tenga nostalgia de ese «yo» que leía, pueda evocar su presencia recordando el aroma.
Elige un libro de páginas suaves pero jamás papel biblia. La delicadeza se encuentra en la distancia que hay entre el peso de las letras y la extensión completa del libro. Quiero sentir el sonido breve del recorrer las hojas y de acariciar las palabras, aquellas que intuyo leíste primero y que ahora, has seleccionado para mí.
Sorpréndeme con un libro de oraciones con incisos, de frases en cursiva en otras lenguas, de líneas irónicas que maldigan el amor y luego se reconcilien con él; que use adjetivos distantes para hablarme del llanto, de la risa, de la saudade. Un libro que no tema ser pequeño y que también esté orgulloso si decido fotografiarlo, compartirlo y ubicarlo en el altar de mis ansiedades.
Arráncalo de la estantería con firmeza pero sin prisa. Siente el ardor en tus manos imaginando ese primer momento cuando, a solas y acompañado de una luz ámbar, lo abra yo por primera vez. Sabrás seguro que lo voy a marcar, que le pondré la fecha, el lugar y las iniciales de tu nombre para que, en código secreto, pueda saber que fue el primer regalo de intimidad que decidiste obsequiarme.
Regálame un libro generoso, que me evoque otros libros y que me ayude a extender ad infinitum una cadena de historias que se preguntan y responden entre sí. De esa manera podré encontrar tu rostro matinal en una frase de final de capítulo, en un título hipotético o en la portada de un libro olvidado en la vitrina de una librería de secretos.
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