Regálame un libro, nada más

Intenta adivinar qué me gusta, estúdiame, revisa mis escritos, imagina qué me aceleraría la pulsión en las venas. Apuesta poco o mucho, pero sedúceme con un libro. Quiero saber que has pensado varios días, que has barajado muchos títulos para finalmente elegir uno. Ese que en tu corazón resuena, ese con el que podamos establecer un hilo rojo y recordarnos en una frase cualquiera de la página 74, 98 o 105.

Piensa delicadamente en el olor que tiene ese libro. Que sea un olor amaderado en el que pueda sumergir la nariz en medio de las páginas. Quiero identificar y guardar el perfume que ese libro me deja para que, cuando tenga nostalgia de ese «yo» que leía, pueda evocar su presencia recordando el aroma.

Elige un libro de páginas suaves pero jamás papel biblia. La delicadeza se encuentra en la distancia que hay entre el peso de las letras y la extensión completa del libro. Quiero sentir el sonido breve del recorrer las hojas y de acariciar las palabras, aquellas que intuyo leíste primero y que ahora, has seleccionado para mí.

libro regaloSorpréndeme con un libro de oraciones con incisos, de frases en cursiva en otras lenguas, de líneas irónicas que maldigan el amor y luego se reconcilien con él; que use adjetivos distantes para hablarme del llanto, de la risa, de la saudade. Un libro que no tema ser pequeño y que también esté orgulloso si decido fotografiarlo, compartirlo y ubicarlo en el altar de mis ansiedades.

Arráncalo de la estantería con firmeza pero sin prisa. Siente el ardor en tus manos imaginando ese primer momento cuando, a solas y acompañado de una luz ámbar, lo abra yo por primera vez. Sabrás seguro que lo voy a marcar, que le pondré la fecha, el lugar y las iniciales de tu nombre para que, en código secreto, pueda saber que fue el primer regalo de intimidad que decidiste obsequiarme.

Regálame un libro generoso, que me evoque otros libros y que me ayude a extender ad infinitum una cadena de historias que se preguntan y responden entre sí. De esa manera podré encontrar tu rostro matinal en una frase de final de capítulo, en un título hipotético o en la portada de un libro olvidado en la vitrina de una librería de secretos.

Saudade de Domingo #43: Mi mejor regalo del 2016

Sin duda,  et Blunk, mi primera obra de teatro como monólogo, ha sido el regalo del año. Como proyecto ya rondaba por mi cabeza desde febrero o marzo, pero por muchos trabajos en medio, era difícil concentrarse, fijar horarios para construir un obra micro. En este proceso debo agradecer a Itzel Cuevas, amiga y además directora de la obra, Jaime Tamariz, director del Microteatro y que confió en mí para estrenar en su espacio, Diana «Pachukis», quien hizo de carpintera, electricista, tramoya y Valeria Galarza, quien en tiempo récord diseño los paneles que componían la escenografía de la obra.

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Mateo y yo decimos al final de la temporada, gracias, danke, danke, perdón, takk, takk. (Los que vieron la obra entenderán el chiste interno) 

También debo agradecer a todos los amigos, amigas que se hicieron presentes en las funciones de På et Blunk. A mis alumnos que con curiosidad se acercaron a ver una nueva faceta de su profesor. Al público en general que atraídos quizás por el afiche, la curiosidad del nombre o la reseña express de los chicos de boletería, eligieron ver la obra. La magia del teatro estuvo en mí durante esas tres semanas de funciones. Mateo mi personaje volvía a viajar a Oslo cada noche con mucha alegría y muerto de miedo. Qué lindo y qué intenso fue darle vida. Al final de cada función, los aplausos eran una caricia, un abrazo para todo el trabajo realizado.

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Yo en escena. Foto: Daniela Cevallos

Ser actor es siempre estar en cuerda floja. Creo que tengo un largo camino en este ámbito pero desde ya puedo sentir esa necesidad de estar siempre alerta, nunca confiado en que el personaje ya está listo, porque en cada función la energía se modifica. El público es otro, es otra hora, el cuerpo responde diferente, la luz puede no salir, alguna línea puede olvidarse temporalmente. Creo que cualquier actor que quiera llamarse como tal debe hacer teatro porque es ahí donde se aprende a resolver sin truco de un corte y va de nuevo como sucede en el cine y la televisión. En el teatro, como en la vida, toca resolver en el momento sin caer en culpas sino enfocarse en solucionar. El teatro es la vida y gracias a los ensayos y a las presentaciones, siento que he aprendido mucho de mí y de mi relación con los demás. Vi de frente cosas mías que no me gustan, otras que descubrí que me encantan y observé en mi entorno cercano a compañeros que me han servido como espejo. Sin duda På et Blunk ha sido un gran regalo de este año y Mateo un personaje que me encantó interpretar. Estoy ahora ansioso por un nuevo proceso, un nuevo personaje, para seguir conociéndome más, preguntándome, rehaciéndome en el andar.