30 años sin (con) Borges

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Siempre hablar de Borges ha sido hablar de palabras mayores. Es una figura que con el paso del tiempo no ha hecho más que crecer hasta ubicarse entre los dioses del Olimpo de la literatura. Su endiablaba perfección en el uso de cada adjetivo, la composición de sus frases, sus recurrentes referencias a la cábala judía, a las matemáticas, a la mitología, a sus innumerables viajes por el mundo, lo colocan como un autor obligado, el padre indiscutible de las letras latinoamericanas.

Llegué a Borges en la universidad, a través de su cuento La Intrusa. Ya había visto en casa deambular por muchos rincones una edición viejísima del libro Ficciones, pero la verdad nunca me había llamado la atención. Al leer La Intrusa, me quedé con ganas de más y llegué a El Aleph, cuento que me impactó por su construcción, pero que luego cayó en una especie de bruma en mis recuerdos hasta casi olvidarlo por completo.

jorge-luis-borgesPasaron algunos años hasta que llegó la tesis del máster y me volví a cruzar con Borges. Al escribir una serie policial, apareció ante mí Seis problemas para don Isidro Parodi, escrito por Borges y Bioy Casares bajo el seudónimo de Bustos Domecq. El amor que Borges cultivó por el policial especialmente el inglés, me marcó un recorrido literario que tomaría como referencia durante la escritura de mi proyecto de tesis. También fue importante la lectura de su cuento laberíntico La muerte y la brújula, que lo leí varias veces entre viajes de tren y de subte para saborear la delicia de su prosa. Podría decir que Borges fue como una especie de guía de tesis literario durante ese año de escritura.

Ayer leí nuevamente El Aleph. Es quizás el único cuento que cada vez que lo leo, me parece estar frente a una nueva historia. Como si las frases se reorganizaran aleatoriamente y me encontrara siempre con un texto diferente. A 30 años de su partida, Borges pareciera estar más presente que nunca. Su legado se agiganta con el paso del tiempo, aun cuando muchos autores posteriores a él, han hecho sendos esfuerzos por librarse de su influencia. Es mejor pensar que Borges siempre estará, que Beatriz Viterbo, Daneri, Funes o Lönnrot cambiarán de rostro, de nombre en otros textos, enriquecidos, satirizados quizás, pero con la fatal genialidad borgiana en aquel que escriba.

Para quienes están en Buenos Aires o piensan viajar para allá, desde hoy hasta fines de octubre estará abierta una muestra en honor al Borges matemático, viajero y cineasta, en el Centro Cultural Nestor Kirchner.

Les dejo por acá una entrevista inédita a Borges que ha publicado hoy el diario El País, a propósito de los 30 años de su muerte.

La serie que finalmente termino

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Empecé con mucha curiosidad y entusiasmo a ver esta serie pero con el paso de los capítulos fui perdiendo un poco el interés. No sé si el horario que elegí para verla (entre 01 y 02 am, antes de dormir) ha sido el responsable de irme alejando emocionalmente de la historia pero el asunto es que terminarla es más un misión que un deseo.

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A pesar de todo la serie es buena. Basada en dos novelas del genial autor argentino Roberto Arlt, la adaptación a lenguaje serial corrió a cargo de otro gran escritor como Ricardo Piglia. Trasladar el universo de Arlt a la televisión actual representó un desafío para Piglia y los productores. Se puede observar a lo largo de los capítulos, el esfuerzo que existe por introducir al espectador en los personajes existencialistas de Arlt. Pero las escenas largas, los diálogos y el desarrollo de la trama se sienten algunas veces separados, como si corrieran por vías diferentes. La historia que cuenta el drama del químico Erdosaín que luego de quedar desempleado se ve inmiscuido en una sociedad secreta que pretende cambiar el orden económico, político y social del mundo a base de atentados, resulta atractiva en primera instancia, pero con el paso de los capítulos, Los siete locos y los lanzallamas se vuelve monótona. Quizás 30 capítulos resultó excesivo para la serie. Quizás debió contarse en menos episodios. De todas formas, como suelo hacer que empiezo una serie, la veo hasta terminarla y poder hacer una apreciación general para lo que según mi criterio, funcionó o no.

Creo ahora que ya me encuentro en el capítulo 28, me dispondré de leer las dos novelas de Arlt. Probablemente el autor argentino sea como García Márquez: que es mejor leerlo que verlo adaptado para lo audiovisual.

Va el capítulo para quien quiera degustar:

https://youtu.be/yRwoJyrYAzg

El Marginal

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Ayer jueves fue el estreno de El Marginal por TV Pública y claramente no podía perdérmelo. No suelo ver series al momento de su emisión porque luego me pico y no aguanto la ansiedad de esperar una semana para ver otro capítulo. De todas formas, decidí arriesgarme y aunque estoy con las ganas de saber qué pasa en el siguiente capítulo, no me arrepiento. Es una historia que engancha, con personajes claros, con una trama principal sólida que promete no decepcionar a lo largo de sus episodios posteriores (ojalá).

Miguel (Juan Minujín) es un ex policía convicto en una prisión de la Patagonia que recibe una oferta para liberarse de su condena: meterse de infiltrado en una prisión bonaerense para descubrir el paradero de la hija secuestrada de un juez (Mariano Argento). Miguel entra a la cárcel bajo el nombre de Pastor, sin que nadie, ni los mismos policías, sepan que se encuentran en una misión especial. En el primer capítulo vemos su difícil inserción en un ambiente pesado donde conviven reos de las más diferentes procedencias y con un menú de crímenes bastante variado. Luis Ortega dirige la serie con un hiperrealismo que coquetea con lo grotesco y lo burlesco en una rara amalgama que termina por lograr un producto con enganche. Aun cuando se respire un ambiente claustrofóbico en la prisión con diálogos pesados, hay una muy buena estructura dramática. El camino que se percibe que recorrerá Miguel/Pastor a lo viaje del héroe, venciendo pruebas en la prisión no es nada nuevo, pero hay una buena mano en dirección y Minujín consigue una interpretación exacta, acompañada de figuras ya reconocidas en la ficción argentina como Martina Gusmán, Gustavo Pardi, Carlos Portaluppi, Claudio Rissi, entre otros.

Habrá que seguirle la pista…

100 años del genocidio armenio

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El sábado 29 de noviembre, se llevó a cabo en Barrancas de Belgrano, la conmemoración por los 100 años del Genocidio Armenio, en el marco del evento «Buenos Aires celebra Armenia».

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Tesis, cuenta regresiva (Parte 2)

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El formato de la tesis en mi maestría cambió este año y por tanto el caudal teórico se vio mermado para dar más énfasis a la parte práctica, es decir la que concierne a lo audiovisual. En mi caso decidí sustentar como guionista y eso también mutó con el paso del tiempo. De iniciar con la idea de un cortometraje, se convirtió en una serie de TV de 13 capítulos con 52 minutos de duración para terminar en una serie de 8 capítulos de temporada única y de 26 minutos de extensión.  Para transitar hacia los 26 minutos, teniendo ya varios borradores escritos de 52 páginas, fue casi un parto. Afortunadamente para la tesis sólo necesitaba tener escrito el capítulo piloto y al no poder reducirlo, al director de mi maestría se le ocurrió algo que me salvó la campana: Partir el capítulo 1 de 52 minutos en dos capítulos de 26. Siendo común que los capítulos pilotos de las series tengan una duración especial con un tratamiento distinto al resto de episodios, la solución fue esclarecedora.

Tesis, cuenta regresiva (Parte 1)

Trataré de contar mi proceso de tesis en once instancias. Acá van las primeras 4.1

He dejado este espacio abandonado por algún tiempo. Razones sobran. Muchas y todas se resumen en una palabra: Tesis. Un proceso largo y azaroso que empecé más o menos en febrero de este año, pero que ya venía craneando desde finales del 2013. Cuando pienso en la génesis del proyecto, donde todo era un atisbo y lo que más había era ganas de crear algo que no tenía muy claro, me doy cuenta del largo camino andado. Crear una serie policial de TV de la mano de una investigación profunda, exigía de mí una inmersión total en un género del que si bien era simpatizante nunca me sentí un fan acérrimo.

La euforia argentina

13 de julio de 2014 será un día para recordar. Dos grandes del fútbol se enfrentaron a muerte por la victoria de la Copa Mundial. Lograron vencer a selecciones valiosas y finalmente el domingo 13 en un Maracanã colmado por argentinos y alemanes, se llegaba a un duelo encarnizado.

Ambos equipos sabían que no sería un partido fácil. Sin embargo, desde acá, el sur del continente, se vivía una verdadera fiesta. El domingo a la mañana Buenos Aires lucía inundada de celeste y blanco, en el ambiente se respiraba la victoria. El porteño y los foráneos sonreían, se abrazaban, se miraban a los ojos y caminaban con paso seguro. Un clima radiante tenía al sol como aliado argentino. Era muy fácil impregnarse de esa alegría. Invadido por la euforia vestí también la camiseta de la selección argentina. No seré argento, pero vivo acá, amo este país y el fútbol tiene ese raro encanto de unir a las personas (a veces también de separarlas).

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