El sábado 29 de noviembre, se llevó a cabo en Barrancas de Belgrano, la conmemoración por los 100 años del Genocidio Armenio, en el marco del evento «Buenos Aires celebra Armenia».
La masacre perpetrada por el Estado Turco entre 1915 y 1923, acabó con la vida de alrededor de 1.500.000 armenios. En esa época, Turquía, bajo el nombre del Imperio Otomano y en manos de los Jóvenes Turcos, detuvieron y deportaron a miles de armenios. Muchos otros fueron torturados en campos de concentración (no confundir con los campos nazis). Hasta la fecha Turquía no reconoce lo sucedido con Armenia como un genocidio y rechaza las comparaciones que se hacen con el holocausto judío.
Buenos Aires, la ciudad con mayor número de armenios de Latinoamérica, a través del Gobierno de la Ciudad, decidió hacer parte de la serie de conmemoraciones que se harán al acercarse la fecha del centenario del Genocidio Armenio en abril de 2015. El sábado 29 se realizaron una serie de eventos artísticos de bailes tradicionales, música, gastronomía típica y se repartieron macetitas con las semillas de la flor No Me Olvides.

La flor No me Olvides representa la lucha de los armenios de todo el mundo por el reconocimiento del genocidio. Más de trescientos alumnos de las escuelas armenias de Buenos Aires, colocaron semillas en más de cinco mil macetas para todos los asistentes al evento que desearan un ejemplar gratuito. Yo hice la fila y espero muy pronto plantar la flor. No tengo sangre armenia, pero me solidarizo con lo sucedido con su pueblo. Quizás por mi formación cinematográfica, artística, conecto mucho con los símbolos. No tengo ningún poder político para que se reconozcan los crímenes de lesa humanidad contra Armenia pero puedo a través de la siembra de la flor hacer mi aporte individual con la causa que persigue Armenia para que Turquía reconozca el genocidio.
A pesar de la historia violenta que ha padecido el pueblo armenio, su gente se caracteriza por su apertura, amabilidad y su espíritu alegre. He tenido la oportunidad de conocer descendientes de armenios acá en Buenos Aires y es muy lindo ver el orgullo que tienen por sus raíces. Una gran amiga mía, así como muchos otros descendientes, estudió en un colegio armenio en el que recibía clases en español y en armenio con la misma cantidad horaria. Educada bajo el sistema armenio y argentino, era natural también que cuando decidió casarse, lo hiciera bajo la Iglesia Católica Armenia. Fue una ceremonia muy emotiva de la que no entendí mucho (fue oficiada en armenio), pero pude conectar con la emoción.
