
Después de muchos años de intentos de producción, cambio de director, de actrices, finalmente The Danish Girl llegó a la pantalla grande. Basada en la historia real del artista danés Einar Wegener, la película cuenta el proceso de transformación del personaje de hombre a transgénero, siempre acompañado de su esposa, la pintora Gerda Wegener.
Eddie Redmayne hace un trabajo impecable al meterse en la piel de Einar/Lili, debiendo construir dos personajes en uno. En su caracterización se percibe la incomodidad de la dualidad, el duro proceso de enfrentarse a sus propios deseos en la sociedad danesa de los años 20 y 30. Es un trabajo logrado desde la honestidad de Redmayne como actor, sin embargo su actuación no es superior a la que hizo de Stephen Hawkins en La teoría del todo. Alicia Vikander se convierte así en la base de la película al ser la mujer divertida, tenaz del inicio que con la transformación del esposo, saca una fuerza interior que la catapulta en las escenas de confrontación con Einar/Lili. Su personaje es clave para entender a Wegener y Alicia Vikander hace suya a Gerda con una gran destreza, trabajando muy bien los silencios, las miradas y los gestos.

Tom Hooper (El discurso del Rey, Los Miserables) logra un buen manejo de la puesta de cámara, una fotografía y un arte que captura el ambiente nórdico que la historia necesita. El guión por su parte lo encuentro un poco monótono a partir del momento en que Einar se asume como Lili. Es como si desde ahí la historia no tuviera puntos de giro y sólo retoma el vuelo ya hacia el tercer acto.
En un inicio de la producción, Nicole Kidman interpretaría a Einar/Lili mientras que Charlize Theron sería Gerda Wegener. Luego Theron se involucró en otros proyectos y sería reemplazada por Gwyneth Paltrow. Finalmente ni Kidman ni Paltrow entraron a la película y se barajó el nombre de Marion Cotillard para interpretar a Gerda, papel que recayó luego en Alicia Vikander. Definitivamente serían películas diferentes con cada una de esas actrices. De todas formas, vale la pena ver esta película con la mirada de una cinta biográfica para conocer un poco más sobre el personaje de Einar/Lili, quien pasó a la historia como uno de los primeros pacientes en someterse a una intervención quirúrgica de cambio de sexo. Contar su historia es ya un acierto.




Gwyneth Paltrow construye una Sylvia sobria y desbordada en los momentos álgidos de la historia turbulenta con Ted. Su actuación bien cuidada no cae en la caricatura de lo que debería ser una artista, sino que por el contrario logra balancear sus frustraciones como poetisa y su rol de mujer en los años 50 y 60. Con el recorrido de la trama, vemos a una Sylvia cada vez más nerviosa e insegura, lo que anticipa el final trágico que ya todos conocemos sobre Plath.
Basada en una novela de Douglas Kennedy, Pawlikowski fotografía la película con proeza, se decanta por una narración lenta, de personajes reflexivos y una París muy diferente a la plasmada en postales. Hawke defiende a su personaje en inglés y en un francés tímido que brilla en las escenas junto a Kristin Scott Thomas. No es una película de acción ni de amor. Deambula entre el suspenso y el drama psicológico, lo que a veces da la impresión de no terminar de entender a algunos personajes en medio de la claustrofobia provocada por los espacios cerrados en los que se desarrolla parte de la trama.


La película está basada en los hechos que sucedieron en Timbuktu (norte de Malí), durante la guerra civil (2012-2013) en la que Ansar Dine, un grupo rebelde islámico tomó posesión de la ciudad y empezó a implementar su versión de la sharia. Sissako atraído por la crueldad que aplicaban los yihadistas en especial por el caso de una pareja que fue dilapidada por convivir sin casarse, decidió rodar la película. Por motivos de seguridad no pudo rodar en Timbuktu, por lo que debió hacerlo en Oualata, al sureste de Mauritania.


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