No es una película reciente pero se convertirá sin duda en un clásico dentro de las próximas décadas. Y no lo será por efectos especiales, ni por tener una trama llena de giros dramáticos, sino por la armonía que se logra en música, fotografía, guión, arte y montaje para contar una historia de ciencia ficción al estilo del siempre polémico Lars Von Trier. Melancolía fiel al universo del cineasta danés, está llena de personajes reflexivos, escenas cargadas con tiempos dilatados, diálogos precisos y una excepcional fotografía.
Melancolía abre con la fiesta de matrimonio de Justine (Kirsten Dunst) y Michael (Alexander Skarsgård) que organizada bajo precisión geométrica por su hermana Claire (Charlotte Gainsbourg). Con el correr de la trama, nos vamos dando cuenta que la pareja perfecta que parecían ser al inicio, empieza a mostrar sus bemoles, sobre todo por Justin. Durante la fiesta, que ocupará casi la mitad de la película y lleva por nombre Justine, merece mención especial Charlotte Rampling, quien interpreta a la madre de Justine y Claire. La actriz inglesa es dueña de una gran escena en la que ironiza delante de todos los invitados, la importancia del amor y el matrimonio. Con su sobriedad característica a la hora de encarar un personaje, Rampling es capaz de decir las frases más atroces con una suavidad que termina por estremecer.
La segunda parte denominada Claire, se centra en la visita de Justine a casa de su hermana mientras se acerca la venida del planeta Melancolía que tendría que impactar a la Tierra en los siguientes días. En esta parte vemos cómo el rol aparentemente fuerte de Claire empieza a desplomarse ante la llegada inexorable de Melancolía y cómo Justine asume el rol de hermana más fuerte.
Uno de los momentos más hermosos de la película es la secuencia a modo de prólogo con el que se abre la cinta. Orquestada con el preludio de la ópera Tristán e Isolda, Von Trier va mostrando momentos claves de la película con una maestría en fotografía, que convierte a esta secuencia como una de las más hermosas de los últimos años.
Una película que vale la pena ver no sólo una vez sino varias veces, pues Von Trier coloca un sinnúmero de elementos claves en la trama que servirán para entender el universo narrativo que plantea en esta película. Como un buen libro o un buen vino, Melancolía se disfruta mejor con el paso del tiempo y con el mayor número de visualizaciones posibles.