El final llegó. El final de la película, de la temporada de la serie, de la novela, cayó tan rápido cuando parecía lejano. Mirando hacia atrás recuerdo el primer día del seminario, la primera salida para escribir el primer poema y me parece tan lejos, como si hubiera sido hace un mes, cuando en realidad han pasado sólo diez días. Es que acá en Nueva York y con las clases, hemos vivido todo con mucha intensidad. Creo que a todos los que hemos participado, de una u otra manera el seminario nos ha cambiado la forma de pensar y de escribir. La crisis es parte fundamental de la creación y creo que las clases en ciertos momentos lograron eso. No tengo más que agradecimientos para todo lo vivido acá.
En la última clase de hoy, Guillermo leyó los inicios de nuestros cuentos. Sobre el mío, dijo que le gustaba mucho el conflicto de la historia y me hizo sugerencias sobre determinadas frases y el posterior desarrollo de la trama. Me recomendó la lectura de dos libros que voy a tratar de conseguir. Sus comentarios me parecieron acertadísimos, así que estoy muy motivado para llevar adelante el cuento.
Entre la clase de Guillermo y la de María, llevaron una cámara al aula para grabar de nosotros algunos testimonios sobre el seminario. María me pidió que pasara yo, así que rompí el hielo al ser el primer testimonial. Me gustó hablar sobre lo que para mí significó el seminario, ya que es algo que a través de esta bitácora he venido trabajando todos estos días. Luego pasaron otros compañeros a los que María les fue haciendo preguntas diferentes acerca del seminario.
En la última clase de María trabajamos la traducción de una parte del poemario Gabriel, de Edward Hirsch, quien además de poeta es el Presidente de la Fundación Guggenheim. Nos dividimos por grupo para trabajar el poema y luego fuimos poniendo en común nuestras traducción por estrofas. Sobre el arte de la traducción, María dijo cosas muy lindas. Una de las que más me gustó fue «la traducción es un trabajo generoso». Recomendó que cuando atravesemos algún bloqueo, en el que sintamos que no tengamos nada que escribir, recurramos a la traducción, ya es un trabajo libre en el que hay que llevar las palabras de la lengua original a la que se quiere traducir. Libre en el sentido de que en poesía y narrativa en general, hay que encontrarle la sonoridad a las palabras en el idioma traducido. Como ejemplo nos puso el de una investigadora que se dedicó a recopilar las traducciones existentes de los tres primeros versos de La Divina Comedia, de Dante Alighieri. Escuchamos la grabación de todas las traducciones en diferentes épocas y si bien el sentido era el mismo, las palabras utilizadas variaban. Unas eran más poéticas, otras más concretas.

Terminada la clase, se entregaron los diplomas de participación en el seminario con la respectiva foto. Un momento emocionante, de cierre de cursada que luego se complementó con un almuerzo en Delmonico’s, un restaurante lindo en el Financial District a pocas cuadras del City College. Pasamos un momento agradable entre los compañeros, los profes, el Decano del City College, Juan Carlos Mercado y Carlos Aguasaco, coordinador del seminario. Aproveché para pedirle a María que me autografiara su libro Elegía Joseph Cornell. La compañera de Brasil me regaló un libro de cuentos de su autoría y le pedí que me lo dedicara.

Luego con unas amigas del mismo seminario fuimos a Ulysses Bar, lugar al que habíamos ido el primer día del curso. Un lindo pub irlandés, tranquilo más tipo un lugar after office. Yo me pedí un Negroni, un trago muy fuerte para mí, que con el vinotinto acumulado del almuerzo, terminó por marearme.

Desde ya empiezo a extrañar las clases del seminario. No hay nada más lindo que volver a ser alumno, ser errático, intentarlo una y otra vez. Esa es la libertad que da el ser estudiante. En estos años he sido profesor casi todos los días y tomar este seminario me ha colocado en ese lugar hermoso y privilegiado de estudiar, de aprender de grandes maestros, de escuchar, de confundirse, de explotarse la cabeza si es necesario y armarse a pedazos. Me harán falta Guillermo y María como profes, los compañeros a los que espero ver a lo largo de la vida, en otras circunstancias. Me siento privilegiado de haber sido parte de esto, de haber estado rodeado de personas maravillosas. Agradezco por la experiencia, por Nueva York, por la escritura, por los nuevos amigos que tengo. Termino esta bitácora del seminario con emociones encontradas: Alegría, nostalgia, satisfacción. Fue un hermoso paréntesis y un bello comienzo de año. El domingo por la noche emprendo el viaje de vuelta a Ecuador, así que trataré de aprovechar los días que quedan en esta ciudad a la que he conocido de la mano de la poesía. Yo que siempre quise conocer Nueva York presintiendo que la amaría, he tenido la oportunidad de recorrerla con las mucosas expuestas, con el corazón latiendo a mil, gozando de cada segundo acá, teniendo la certeza de que este es uno de los momentos más hermosos de mi vida.





realmente lindo analizarlo párrafo por párrafo. Me quedaron sonando algunas frases como «escribir viene a ser lo contrario de hablar», «la poesía es secreto hablado. que necesita escribirse para fijarse», «el secreto se revela al escritor mientras lo escribe». Zambrano habla de la escritura como un momento de soledad en la que el escritor se calla para fijar en palabras aquello de lo que nadie habla, que está oculto, en alguna parte y que el escritor lo trae a través de su pluma. María haciéndose eco de Zambrano, dice que la página blanco no es un terror, sino un don, porque es la posibilidad de que algo surja. Esa mirada optimista, entusiasta sobre la angustia de la página en blanco me parece hermosa. Me encanta recibir clases y saber que los profesores tienen nivel. Desde ya, siendo la cuarta sesión, siento que he aprendido muchísimo, confirmándome lo mucho que amo las letras y que este es quizás el oficio principal al que me quiero dedicar (sea en narrativa, poesía, teatro o audiovisual).
Hoy en la clase de narrativa, Guillermo leyó los inicios de todos nuestros cuentos. Agradezco mucho que los haya leído diciendo el título pero sin decir el nombre del tallerista. Mi cuento fue el segundo en leerlo. Suena tan raro cuando alguien lee un cuento tuyo en voz alta y más si es el profe, que además es un gran escritor. Uno se siente minúsculo y claro, mientras él leía yo criticaba mentalmente hasta las comas de mi texto. Hizo algunas apreciaciones muy válidas que me apresuré en anotar. La clase de hoy transcurrió en leer los inicios de los cuentos, algo que en principio podría parecer tedioso pero fue muy enriquecedor. Cada cuento tiene sus propias leyes y fue muy bueno escuchar los comentarios de Guillermo. Me acordé de mí mismo cuando tengo que dar comentarios sobre los trabajos de mis alumnos.
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