De Tiempos y Fotogramas

Los fotogramas me agobian, me acusan, me encadenan, me atan… Son pequeños fragmentos de vidas, de personas, de frases que quedan capturados y que al ser montados uno tras otro provocan conmoción, decepción o apenas un leve suspiro de nostalgia.
Tengo fotogramas que no he resuelto, que no he mirado de frente, que devanean entre las memorias virtuales dispersas en mi mesa de trabajo. Esperan, inclementes al tiempo, un destino, una posteridad. Y yo estoy ahí frente a ellos, cual creador impotente, sin darles un destino o sin dejarles forjar su propio camino. Esta noche me asaltaron unos fotogramas rebeldes. Me han removido todo, me han dejado en lágrimas recordando lo mucho que costó encuadrarlos. Me he conflictuado, me he reconstruido en fracción de segundos. El tiempo en el cine es sólo subjetivo. No hay pasado, no hay futuro, no hay años. Solo un ahora eterno que no responde a las leyes naturales. Mis fotogramas viven conmigo hace mucho tiempo, pero nacen y renacen ante mis ojos, como también también lo harán ante tus ojos. Los personajes vivirán, se odiarán, llorarán y morirán una y otra vez con el reverse o con el rewind. Los escenarios pasarán de azules a grises, de amarillos a violetas. Las melodías se perderán en el ocaso de la mente. El tiempo habrá perdido su batalla. La ficción contenida en los fotogramas danzará sobre él. Desafiará todo principio, toda posesión…
Sin embargo, necesito un poco de tiempo para darle posteridad a estos fotogramas… Sólo un poco más, para luego burlarme de él y dejar que la ficción se magnifique y viva a su ritmo entre adrenalina y cadencias ralentizadas.

Miércoles de Nostalgia

He pasado parte de la mañana acurrucado de frío en la oficina frente a mi máquina en la que se reflejan líneas y líneas de historias cruzadas. Hoy me he sentido particularmente conmovido, sensible, he percibido un clima un aliento de nostalgia, de melancolía. Me he refugiado en la canción Pedaco de Mim, que la he repetido una y otra vez como suelo hacer cuando una melodía llega a moverme mucho por dentro. Esta canción tiene una particular importancia, me evoca muchos recuerdos de hace años atrás, me induce a una nostalgia de momentos que no necesariamente han sido míos (¨nostalgia prestada¨).

Hoy la recepción de esta melodía ha sido diferente…Me ha evocado otras cosas, casi no he recordado las primeras emociones que me provocó esta canción hace años. Hoy la canción se ha poblado con nuevas emociones, nuevos personajes, nuevos recuerdos. Sigue siendo nostalgia, no hay duda, pero de otro tipo, una más acorde a mi contexto, a mi vida actual. No es que una sea mejor o peor. Son nostalgias diferentes.

Hacía tiempo que había cancelado de mi repertorio musical esta canción, quizás porque no quería evocar esos recuerdos de antaño, pero hoy el ambiente, el clima, mi estado de ánimo, me obligaron a poner play. Desde el inicio fue diferente. Me queda claro que esta canción es maravillosa, nostalgia pura pero como la misma letra dice ‘a saudade é o pior castigo’. Muchas veces creo que es así. La nostalgia puede ser un castigo cuando se narcotiza, cuando muta…

Melancolía

A veces siento que las fuerzas se acaban, que la nostalgia da paso a una amarga melancolía, a una negra bilis que nubla mis pensamientos, mis recuerdos… No lo puedo evitar, es una fuerza mayor que viene del exterior o del interior…

Sí, creo que viene de adentro… Tengo el alma cuarteada, resquebrejada… Cargo con muchos personajes a cuestas, con sus propios sueños, deseos, frustraciones. Aun no logro desprenderme de todos. Ahora estoy intentando desembarazarme de unos cuantos.

La creación de un nuevo personaje es algo inevitable y también doloroso. Nuevos estigmas, nuevos dolores deberé cargar… En estos días he estado pensando en ellos, en cuántos tengo, en cuántos deje ir y cuántos pululan en mí esperando su turno de salir… Quisiera vaciarme, abandonarlos a su suerte y descansar un poco, sólo un poco, al menos por unas cuantas horas, hasta que vuelva a generar otras historias y personajes…

Desempolvando recuerdos…

En medio de un calor infernal, mientras en mi oficina tirito de frío, empiezo a recordar, a desempolvar papeles que ya fueron escritos, palabras que ya fueron dichas, fotografías que ya fueron vistas una y otra vez…
Es un viernes de saudade, un viernes de bossa, de cadencias lentas y un tanto ralentizadas… Es dulce, es amargo, es agrio… Veo escenas sueltas de una película que aun no empieza a ser editada…
Hoy he vuelto a recordar sensaciones, colores, melodías… Los minutos pasan. Mi jornada laboral ha terminado. Estoy en paz con ‘el mundo’. Ahora parto hacia un viaje a mí mismo… Intentaré reconciliarme, perdonarme, escribirme, llorarme, alegrarme, cantarme, recordarme… Necesito irme para volver y construir nuevos recuerdos…
Será un viaje interesante… Espero volver…

Viernes de Nostalgia

Viernes 07 Agosto
09.00
La ciudad ha amanecido nublada, algo fría y con un ambiente de fiesta a propósito de la presentación de Silvio Rodríguez esta noche en Guayaquil. Mientras me dirijo a mi trabajo en el Canal del Cerro, llevo un aliento de nostalgia luego de haberme despedido formalmente de mis tres cursos de Comunicación 3. Repaso mentalmente las melodías de Drexler, mientras que desde los vericuetos de la memoria emergen los recuerdos de mi primer viaje a Brasil. Encontré algo en el aire, en la hora, en el color de la ciudad, en la intensidad de la luz, que me transportó a la Terminal Terrestre de Sao Paulo cuando me disponía a recorrer por tierra el trayecto hasta mi Cidade Maravilhosa. Era el mismo ambiente y de pronto, sentí una saudade de ese viaje con mi padre. Abandonaba la hermosa Sao Paulo -ciudad donde espero algún día vivir no sé por cuánto tiempo-, para aventurarme en la endiablada Río de Janeiro, que me extendió los brazos del Redentor y me acogió como a un carioca más en su laberíntica modernidad.
Y así llegué, con ese aire de nostalgia, con los recuerdos de Brasil y las melodías de Drexler a mi lugar de trabajo, para sumergirme en otras ficciones, mientras empiezo a contar las horas para reconciliarme con mis libros no concluidos y las cintas apiladas que me esperan en el escritorio de mi cobáltica habitación.