«El show debe continuar», es una frase que a modo de mantra he logrado hacer carne desde la época en que hacía teatro en la universidad como estudiante con Marina Salvarezza. En cada montaje siempre surgían problemas, inconvenientes que amenazaban la realización de determinada obra, pero con Marina a la cabeza siempre repitiendo «the show must go on, chicos», todo parecía arreglarse. Aquello más difícil de resolver, de repente tenía solución y eso, obviamente sucedía porque había un trabajo en equipo.
Recientemente en la facultad, hicimos Guayaquil de mis amores, un evento que mis estudiantes de Producción Dramática 2 hicieron el año pasado para proyectar la película que hicieron durante el curso y que este año, por deseo de la Facultad, tomó mayores proporciones con la nueva generación de alumnos, involucrando además otro tipo de productos realizados por estudiantes. Así, tuvimos obras de teatro, exposición fotográfica, instalación sonora, charlas, lectura de cuentos, además de la película, que fue la cereza del pastel luego de casi 12 horas de actividades.

Hubo muchos inconvenientes en medio de la realización, a momentos quise mandar todo por la borda pero las palabras de Marina de años atrás me recordaban mi propia experiencia. De hecho, Pa et blunk, el monólogo que monté con Itzel Cuevas el año pasado, también pasó por momentos difíciles en los que también quise tirar la toalla, pero el mantra «el show debe continuar» me hacía seguir adelante, con lágrimas, desazón, con malestar físico (Guayaquil de mis amores me ha dejado muy jodido de la columna) y así pudimos llegar al jueves 20 de julio con una sala llena viendo la película que los estudiantes realizaron durante un período de tres meses. Sí, tres meses. Los chicos, son unos ganadores y en función de esa entrega, de ese entusiasmo, el evento debía salir bacán, debía hacer que un público viera el trabajo por el que los chicos se han amanecido, han sufrido y por el que también, vale decir, se han divertido.
Al igual que con el grupo del año pasado, cuyo evento fue mucho más modesto aunque no por eso menos cálido, siempre me quedo con la sensación de un nexo familiar con los estudiantes. Es como si la cantidad de horas que pasé junto a ellos y junto a «Pachukis» (mi amiga y colega con la que llevamos este proyecto) revisando guiones, propuestas estéticas, cronogramas, cortes de edición, nos hubiera acercado al punto de ser como una especie de familia. Disfuncional quizás, pero familia al fin. Obviamente al ser este año un evento más grande Pachukis y yo no podíamos cargar solos con semejante responsabilidad. También estuvo la facultad, con el decano, con Mafer en la logística del evento, con las gestoras de área, con Marina dando ideas para la concepción general y con los profes del área multimedia que participaron. Fue emocionante también tener la presencia de la rectora, la vicerrectora y el coordinador de la carrera de audiovisual. Era una manera simbólica de decirles a los chicos «Los queremos y estamos acá con Uds.».
El evento ha pasado, la euforia va pasando, todo empieza a asentarse a pesar de las dificultades. Queda la satisfacción del deber cumplido, de demostrarnos que fue posible hacerlo y con la convicción de que si se mejoran ciertos aspectos internos, una futura edición del evento será excelente con todo el aprendizaje obtenido. Por el momento no queda más que agradecer a todos los involucrados que apostaron en Pachukis y en mí como docentes y en los estudiantes como creadores de una película que busca mirar la ciudad con otros ojos. Recuerdo ahora las palabras del decano en alguna de las reuniones de producción que tuvimos donde dejó clara su posición frente a este evento grande que se nos venía encima: «Hacer algo nuevo siempre es un riesgo y como facultad debemos acompañar ese riesgo».
Nada más acertado. Lo nuevo siempre trae riesgos y con esa mística tratamos de que los estudiantes comprendan de que ellos son fundamentales no sólo para generar cambios en su carrera, sino en la ciudad y en el país.
Y ahora el show debe continuar, con nuevos proyectos venideros.
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