Libre para Volar….!

Libre para volar, para soñar, para recorrer nuevos mundos, para descender a los infiernos gélidos de la imaginación y para ascender a las maravillas de la razón. Empieza un largo viaje en donde no hay ni centro ni periferia. La física cuántica ahora se me hace posible. Es un camino en el que cambiaré, en el que seré otro, donde tomaré un nuevo nombre, una nueva identidad. Encontraré un nuevo hogar, un sitio donde la estadía me costará un gota de inspiración con una tonelada de transpiración, donde el tornasol de mi alma se sumergirá en los azules verdosos del océano y perderé la razón, dejaré en libertad a mi espíritu para vivir el Dadá en su máxima expresión. Me libraré del agobiante Posmodernismo y de todas sus manifestaciones. Seré naturaleza, seré luz y cuando mi trance haya terminado, volveré a los teatros, a los cines, a las galerías, a mis textos, para inventar nuevos personajes, nuevas situaciones, nuevos dramas. Volveré a este lugar, a esta casa, a esta ciudad… Seguiré escuchando mi bossa nova que suena a un bolero tangueado, retornaré a mi realidad con una energía aun mayor, dispuesto a dar todo otra vez para defender mis ideales. Nadie podrá detenerme, vendré imparable, con una dádiva de Dios, con un regalo de la Naturaleza, que teñirá con sangre dulce mis más fuertes letras escritas entre razón, pasión y locura…

Te Amo…

Te amo y no sé cómo decirlo sin que suene a poesía… No creo que existas, pero si eres real, quiero que me lo digas, aquí, esta misma noche lluviosa, bajo este cielo negro que no quiere pintarse y con aquella voz melodiosa con que me hablaste en la estación del Nunca Jamás… Estaré esperando tu respuesta…

Con Saudade

La fiesta terminó. Las máscaras volvieron al baúl de costumbre y los pesados trajes han adquirido nuevamente el olor a pasado que siempre ha inundado las ventanas de este lúgubre salón. Lo que ayer fue algarabía, derroche de alegría, música y sonrisas, ahora no es más que un escandaloso silencio que amenaza con destruir lo poco que queda de este lugar. Cada rincón guarda un recuerdo especial, un encuentro furtivo, una mirada, una caricia, un beso desesperado. Sobre este amplio lugar sólo se respira una extraña alegría amarga en la que la tristeza y la belleza se fusionan en un aroma de saudade que me envuelve hasta dejarme sin aliento. Es entonces cuando tomo conciencia que debo partir, que debo cerrar las puertas de este lugar, hasta que un día, quizás no muy lejano, el polvo se convierta en brillo y los azules se transformen en naranjas cuando el salón vuelva a recibir a sus entusiastas convidados.

Luisa

Aquella mañana soleada, en la que le tocaría tomar una importante decisión, Luisa se despertó sobresaltada por el repicar
constante de su celular. Aun entre dormida y despierta, atina a contestar fingiendo lo mejor posible su voz de somnolienta. Del otro lado del teléfono le dijeron que se cancelaba su proyecto, al menos hasta nueva orden. Por un momento Luisa se sintió aliviada, pero luego una honda tristeza la embargó a tal punto que todo el sueño pesado que había tenido se esfumó sin que ella pudiera remediarlo. Ahora en la cama, sola, acompañada únicamente por el sutil ruido de su aire acondicionado, Luisa piensa en lo que le tocaría hacer ese día. Intentó hacer una lista rápida en su mente de las actividades de esa jornada, tal como hacía desde que tenía uso de razón. Palideció por unos instantes al darse cuenta que ese día no tenía nada qué hacer… Un profunda depresión de varias semanas con sus días y sus noches la embargó hasta que encontró un último álito de vida para continuar adelante…

Dónde estás???

Estabas sentada al final de la colina esperando por los últimos rayos del sol y aunque sabías que estaba ahí, me ignorabas. Preferías hacer de cuenta que estabas acompañada por tu soledad, por tus pensamientos psicodélicos y por tu tierna fantasia. Mientras tanto yo, te observaba perderte en esa telaraña de ilusiones, de cuentos de hadas en donde eras la más linda princesa, la más loca ratoncita y la más risueña caperucita. Te veía volar, sonreír entre lágrimas de sangre, con una extraña paz que solo lograba alterar mi espíritu. Intenté llamar tu atención, decirte que estaba ahí contigo, pero entre más me esforzaba, más te alejabas. Tu rostro renacentista que se teñía de azules y rojos te transportaban al mundo que tú misma te habías contruido en ese cuadro dadaísta. El sol empezó a esconderse, vencido ante la belleza de colores que tu cuerpo emanaba. Ahora te tocaría enfrentar a la frialdad de la noche, a la diva luna que no sería una rival fácil. Fue por eso que decidiste aliarte a ella y convertirte en su sierva, en su más fiel representante terrenal. Tu belleza adquirió otro tono, te convertiste en un si mayor que encantabas a quien te escuchaba pero aturdías a quien no te entendiera. Tus versos de anagrama comenzaron a sonar como música ecléctica cuyas rimas llevaban ocultas mensajes de amor hacia la luna y sus estrellas.
Seguiste adelante en ese camino sin retorno, pisando tulipanes, jasmines y girasoles. Atravesabas el cielo sin saber que estabas en el más profundo de los avernos. Te entregaste al coro de las sirenas y te ubicaste entre ellas a pesar de que nunca te gustó tu voz hasta antes de conocer a la luna. Ahora eres otra, pero al mismo sigues siendo tú, aunque no puedo decir si eres o tú o un espejismo de ti misma jugando a ser otra sin saber que eres tu misma. Entre retruécanos, paradojas e hipérboles te fuiste uniendo con los versos de Tzara hasta que te convertiste en parte de ellos. Te he perdido la pista, ya no te he encontrado en la colina, a pesar de que tu aroma a flores silvestres todavía invade todo el escenario. Tu presencia etérea está ahí aunque estés atrapada dulcemente en los versos del Dadá… Dónde estarás??? Necesito que regreses, aun tienes que tanto qué decir, tanto qué escribir… Tienes un compromiso conmigo –lo recuerdas?- y con los escenarios que se niegan a apagar sus luces hasta que regreses a ocupar el lugar que te corresponde. Te estamos esperando, regresa a tus orígenes, a tu casa, aquí donde todo comenzó.

Vivir o morir, he ahí el dilema

Qué es vivir? Qué es morir? A momentos creo tener la respuesta para estas dos interrogantes, pero en otros, me siento perdido entre la ciencia, el arte y la filosofía, sin poder encontrar una razón o al menos una definición para éstas. Vivo y muero cada día entre melodías que me recuerdan un pasado que ya no existe más, que sé que debo dejar atrás. Debo morir para poder vivir mejor o al menos para forjarme un futuro que me permita ser feliz, sin las raíces del pasado que me tienen atado a lugares que ya no son míos y que hoy se presentan áridos y tristes, como las letras que he escrito en estas últimas semana de dolor, de angustia y de tristeza…
Esta autopoiesis eterna, de la que no me puedo escapar ni liberar, me mantiene aferrado más que nunca a mis recuerdos, a mis glorias del pasado. Recuerdo con vehemencia los mejores momentos que pasé, intentando encontrar la razón para no tenerlos ahora en mi presente, pero todo es inútil. Sé que debo dejar el pasado y mirar de frente este futuro gris que no me promete nada. Tendré que caminar entre tinieblas mientras se deshiela este corazón que ha vuelto a latir y que ahora me doy cuenta que está más vivo que nunca, que ama locamente pero que debe reprimir toda emoción para poder desprenderse de todo y de todos. He vivido en el mismo infierno intentando dejar los recuerdos mientras me consumo en las más profundas grietas de la soledad. Espero encontrar la salida a todo este dolor, que me carcome el alma y que me ha herido de muerte tantas veces que ya no sé si estoy vivo o muerto.

Desierto Selvático

Me encuentro en el medio de un desierto selvático de donde me siento eterno prisionero, del que no puedo huir o del que no puedo desprenderme a pesar de los múltiples intentos. Quisiera salir, volar, visitar otras tierras, conocer otra gente y aliviar esta angustia existencial que no me lleva a nada ni a nadie y que se aparece ante mis ojos incluso en mis momentos más álgidos de alegría.
Pero qué puedo hacer? Sólo puedo seguir adelante, respirar con fuerza y andar por este desierto que no quema, pero que con su frialdad y su indiferencia incinera mi alma con cada pisada. Caminar más que un deseo, es una necesidad, una posibilidad de encontrar otra vida, de dejar atrás este desierto selvático, en donde quizás muchos pueden ser felices, pero que para mí es incluso más terrible que el Averno.

Luana

La espera se hace cada vez más larga y el frío reinante amenaza con triturarle los huesos. Está ahí, impertérrita, acompañada únicamente por los graznidos de aves vespertinas y un cielo gris que se ha propuesto oscurecer los colores del bosque. Ansiosa, Luana aspira encontrar la razón que le dé un sentido a su vida. Aunque está cansada de tanto esperar y desea irse, sabe que no tiene otra alternativa. Esa espera es su vida misma…
A momentos la desesperación la embarga y ahora ha comenzado a plantearse la idea de que estar ahí no es la mejor alternativa. Nerviosa, con las manos moradas por el frío, emprende su camino de salida del bosque. Sólo podía escuchar ahora sus propias pisadas sobre las hojas amarillas y marchitas del suelo. Como si supiera que un peligro la acechaba, Luana acelera el paso y su corazón empieza a latir con más prisa. Sin entender el porqué, empezó a recordar los hechos más importantes de su vida, desde sus momentos más felices de infancia hasta los más apasionados de su adolescencia pasada. Luana no entendía lo que pasaba pero tenía la certeza de que algo no estaba bien y quizás era ya muy tarde para volver atrás. Sin embargo, siguió caminando con paso acelerado hasta que por fin pudo salir de aquel bosque terrible, el lugar que había sido escenario de sus primeras experiencias de amor y que ahora se había convertido en el lugar más tétrico de la tierra.
Mientras recuperaba el aire y recobraba la calma que había perdido al esperar durante tanto tiempo en ese bosque del olvido, Luana se encuentra con la presencia impávida de Renata, quien la observa fijamente a los ojos sin decirle ni una sola palabra. Luana, de hecho, no necesitaba escuchar la voz de Renata. Sus ojos le estaban diciendo todo aquello que no podría decirle a través de las palabras. Ya no había marcha atrás. El Destino se había terminado de escribir. El final estaba cerca…

Cuando Termine el Invierno…

Ha empezado la cuenta regresiva. Los días son cada vez más largos y el hielo empieza derretirse en la agonía del invierno. Adiós a la ciudad blanca, a la lejanía, a la nostalgia y a la soledad. Tendrán que partir irremediablemente cuando termine el invierno, la etapa más larga de mi vida, en donde aprendí a amar y a temer con la misma intensidad, en donde fui feliz con el sabor agridulce de la nostalgia y la estación en la que quisiera morar por el resto de mi vida, aunque fuera para amar con el sufrimiento severo y gélido de las añoranzas.
Aun falta mucho por hacer antes de que llegue la primavera. Temo no poder desprenderme de mis musas de invierno a las que he amado con intensidad y que ahora debo abandonar en busca de nuevas mujeres, de nuevas vivencias que me permitan olvidar a aquellas damas de invierno, que han marcado con su hielo candente el fondo de mi corazón.
Duele decir adiós a este invierno agridulce, que sin duda ha marcado mi crecimiento intelectual y emocional. No soy más el mismo de otras épocas, he fortalecido mi espíritu y me siento más dispuesto y preparado para enfrentarme a las demás estaciones, que me sorprenderán al igual que este invierno y seguramente me enamorará de sus respectivas doncellas.
No veré más esta naturaleza muerta que tengo a mi alrededor. Nacerán todas las flores, los árboles recuperarán su verde color y el aire traerá un aroma de vida que me llevará a nuevos lugares, a nuevas historias, a nuevas mujeres. El invierno habrá quedado atrás y espero hasta ese momento, haber entendido que fue un ciclo que debía vivir y dejar atrás.
Quisiera que las horas transcurrieran con lentitud, que el tiempo se detuviera por unos minutos para admirar el invierno decadente que poco a poco se me escapa de las manos, pero todo es inútil. La naturaleza no perdona. El frío ya no carcome mi alma como en otros tiempos y el hielo a empezado a derretirse en mi gélido corazón que empieza a agitarse exigiendo el aire primaveral para seguir adelante. Me niego a que el invierno se vaya de mi vida, quisiera conservarlo conmigo, en mi alma, pero el tiempo pasa y sin quererlo, la primavera empieza a apoderarse de mi vida.
Con este invierno se van mis recuerdos, mis sueños de grandeza que se llevan en parte mi alma pueril. Mis amigos del invierno se irán también y me quedaré solo, esperando la llegada inexorable de la primavera, esperando con temor y con ansias las nuevas vivencias que me traerá la nueva estación.
Cuando termine el invierno, seré otra persona o quizás una mutación de lo que soy yo ahora. Habrá valido la pena vivir en invierno al ver que en primavera seré otra persona, con otra cara, otra vida y otros sentimientos. En cada estación debo nacer y morir, para enfrentar la nueva estación, la nueva vida desde cero. Sólo así puedo seguir adelante en esta existencia de estaciones, de vidas, donde siempre encuentro amores, tristezas, recuerdos y nostalgias. Adiós musas de invierno, gracias por alegrar mis días invernales con sus fatales bellezas de las que me volví esclavo sincero. Otros tiempos vendrán y puede que en otra vida vuelva al invierno y podamos estar juntos nuevamente. Por ahora sólo puedo agradecer a este gélido clima en decadencia que me mostró el mundo desde otra arista y que me llevara a ser mejor persona en siguiente estación. Ahora sólo me queda esperar en esta habitación gris y medieval, la llegada de la primavera dentro de pocos días, mientras hago el recuento de mi vida, junto a mis musas y mis recuerdos.

Soraya

Respiró profundo, trató de mantener la calma y se sentó en su sillón de lectura. Al parecer la presencia de aquel extraño no la incomodaba aunque su corazón latía con gran velocidad. El hombre se acerca a ella, le dice que la ha buscado por todas partes. Soraya se muestra impávida ante la emoción del tipo. Se levanta y manteniendo la mayor calma del mundo le pide que se vaya, que ya fue mucho atrevimiento haberlo encontrado en su casa, que debe estarla confundiendo con otra persona. El hombre, más desesperado que emocionado, se le acerca, observa el rostro de Soraya como si quisiera comprobar que era ella a quien tanto buscaba.
No había duda. Ella era la mujer que buscaba, la que lo había enamorado, la que lo había hechizado de amor. No era posible que la mujer que ahora tenía adelante no fuera la que lo enamoró. Pensó que seguramente le estaría haciendo una broma, pero luego al ver el disgusto de Soraya, entendió que la mujer no estaba jugando. El hombre quien se identificó como Xavier, aquel que conoció en el parque hace dos meses, con quien salió durante dos semanas y con quien tuvo momentos de amor y pasión, no podía creer la frialdad con que lo trataba Soraya. Era como si nunca lo hubiera visto. Sería acaso que Xavier imaginó todo aquello o fue en un sueño que vio a Soraya como una aventura suya? Soraya no le dio mucho tiempo para aclarar sus dudas. Tomó como defensa un jarrón antiguo que tenía cerca de ella y lo amenazó con lanzárselo si es que no se iba por las buenas. Poco le hubiera importado a Xavier romperse la cabeza con aquel jarrón si es que al menos con eso pudiera saber lo que estaba pasando. Soraya era la mujer, quizás la única, que lo había enamorado y que así como todo empezó de manera intempestiva, todo terminó de una noche a la otra.
Soraya logró sacarlo sin tener que golpearlo, sin embargo en sus ojos quedó grabada la expresión de desconcierto de Xavier, un nombre que nunca había escuchado, un rostro que recuerda haber visto pero que no puede ni debe volver a ver más.
Ahora, sola en su casa, con sus pensamientos, en ese rígido invierno, Soraya prende la chimenea y contempla el fuego mientras ve su vida que se consume lentamente en ese largo y apacible invierno que parece no terminar jamás…