Que dure lo que dura un suspiro, un parpadeo,
La decisión de lanzarse o no,
El toque suave de una llama de vela
La espera de un mail,
La llamada que llegó y se cortó
Que dure lo que dura un libro
Que persista entre versos y violetas
Que se disipe como las nubes, como las gaviotas
Que dure como el vaivén de un bolero callado.
Que dure lo que dura el llanto,
que rompa el agua de los silencios ajenos,
que se haga trizas en el polvo de otros tiempos.
Y así vivirá, lo que tenga que durar, en el éter,
en los pliegues de una foto antigua,
en los vértices, en los ángulos de las manos enlazadas.
Que dure, que perdure con la fuerza extraña de un salto hacia el susurro.