Si tuviera que elegir una canción que mostrara un portugués seductor, transgresor, vagabundo, pasional, me quedaría con Disritmia de Simone. Hay un no sé qué en esta canción, en la gravedad de la voz de Simone, en la cadencia temperamental de la melodía que me sumerge en un amor de película. Y como película de amor, a modo de efecto colateral trae consigo desolación, sensualidad y desesperación. Es un amor ansioso que pretende poseer el alma, el cuerpo, los fluidos y Simone seduce con velocidades diferentes en su voz, como si quisiera jugar con todos sus artilugios para permanecer, echar raíces en esa relación que parece ir extinguiéndose.
De alguna manera, esta canción en voz de Simone me hace sentir abrazado, aconchegado por su melodía laberíntica. Y es así como le doy bis sin descanso, protegiéndome en esa burbuja musical, chiquitito, embrionario hasta dormir arrullado por Simone.
(El vídeo es horrible pero lo importante es la canción).