Como síntoma de estos tiempos agitados, pienso mucho en proyectos a realizar que luego por alguna u otra razón, se transforman, se congelan o se postergan. En cualquiera de los casos aunque me repita que no lo voy a intentar más, que trataré de ser lo más cuadriculado, administrativo posible, nunca lo consigo. Las ideas caen ante mis ojos y me es imposible sacármelas del paso hasta que las escribo (en el formato que sea) o las grabo.
En estas últimas semanas se han modificado ciertos proyectos y también han aparecido otros que me generan expectativa. El nacimiento de un «posible» siempre es motivo de alegría y algunas veces, cuando no se concreta a tiempo, trato de darle una vuelta de tuerca y pensar que cada proyecto tiene su propia maduración y también que las cosas suceden muchas veces sin que uno haga mayor esfuerzo.
Hace unos días se me puso por delante la idea de un proyecto literario. Empecé a organizar algunos asuntos con respecto a este tema y como siempre acelerado quería ya tener un título para ese proyecto. Barajé varios nombres, no me convencía ninguno, taché, hice combinaciones de nombres y terminé por dejar la tarea para no caer en ansiedad. Tampoco tenía mucho tiempo para pensar ya que esta semana tuve tareas importantes en la facultad y teatro leído en la Feria del Libro, actividades que ocuparon la mayor parte de mis horas.
Sin embargo, conversando con mi mejor amiga el viernes por la noche luego de vernos en la feria, el título (o el posible título) cayó sobre la mesa. No fui capaz de darme cuenta en el momento pero algo en mí debió removerse para que hoy a la tarde, mientras descansaba, una frase dicha por mi amiga el viernes me disparara la cabeza. La repetí varias veces hasta que me sonó que podía vincularse al proyecto literario que cocino (que preparo, aun no cocino). No sé si sea el título definitivo pero me gusta cómo suena y el sentido que despierta. Por el momento será el título de este nuevo proyecto, que como muchos otros, no sé dónde ni cuándo terminará.
Así que me lo he tomado como una señal de que debo embarcarme en este nuevo proyecto. Dedicarle horas de trabajo, editar, pulir, reescribir y ver qué pasa. Sin más expectativas por el momento.