No podía pasar por Japantown sin probar un plato japonés. De modo que entré a un restaurante dentro del Japan Center atestado de gente y me pedí un plato híbrido: Pollo teriyaki con arroz y curry (la mezcla no la hice yo, venía así desde el menú). Compartí mesa con alguien que manejaba muy bien los palillos. Yo hice mi mejor esfuerzo pero al final me rendí y pedí un tenedor. La cantidad de comida fue abismal y no pude terminar de comer todo. Me he dado cuenta que cuando viajo suelo comer poco. En mí no funciona mucho eso del turismo gastronómico, al menos no cuando voy a una ciudad por primera vez. En ese primer encuentro con una ciudad prefiero devorar sus espacios, sus plazas, sus calles. Comer se vuelve un accesorio que a veces me resulta un obstáculo para alcanzar a hacer todo lo que me propongo en el día. Por ello, muchas veces no desayuno y termino almorzando a las seis de la tarde en el primer restaurante que encuentro o ceno unas Pringles cerca de la medianoche.
Hay días como este en Japantown en la que la comida hace parte del itinerario, por ello pude disfrutarla y salir a conocer las otras tiendas japonesas de la zona como Kinokuniya, esa tienda maravillosa que había conocido en New York y que es una de las más grandes del Japantown de San Francisco. Allí entre descendientes de japoneses y blancos norteamericanos, todos compartían el amor hacia la cultura japonesa. Un padre junto a sus dos hijos pequeñas descifraban unos títulos escritos en Hiragana. En algún momento el padre llegó a confundir una sílaba y enseguida el hijo más pequeño lo corrigió y leyó de corrido todo el título. Al padre no le quedó más que aceptar la victoria de su hijo. En la sección de cuentos infantiles, una mamá rubia con su hija sentada en las rodillas le leía la versión bilingüe de un cuento de hadas. Primero en inglés, luego en japonés. Otros se inclinaban hacia los cómics, especialmente los adolescentes. Podían elegir leerlos directamente en japonés o en inglés. No me pude contener y fui a la sección de aprendizaje de idioma y compré varios libros para estudiar japonés.