Adiós…

Preferiría no empezar con aquella palabra tan melancólica, pero entre más escribo más negras fluyen las líneas. No consigo hilvanar letras más alegres. Es difícil dirigir las emociones, canalizar los sentimientos. Me apena tu partida… Es verdad… Ya no te veré a través de mi ventana, no escucharé el repicar del teléfono sabiendo que eras tú quien llamaba, no tendré esas repentinas reuniones vespertinas que muchas veces terminaban siendo conversaciones de amigos más allá de lo laboral. Ahora debo decirte adiós y también a esos momentos. Has hecho mutis en esta rara obra del absurdo o de la crueldad… El nudo de la trama se volverá más tenso…. Se ha perdido un gran personaje… una gran actriz… Quiero confiar que como en toda gran obra la salida de un personaje, reserva la llegada de cambios positivos, renovación tanto para el que se va como para los que se quedan… Espero que así sea…

Emprenderás nuevos rumbos, surcarás lugares estériles, transformarás lo mustio en vida. Desconozco tus próximos pasos. Sólo espero verte en el futuro, conversar esta vez fuera de aquella atmósfera asfixiante. Tiempos nuevos están por venir aunque sentiré falta de nuestras charlas, cuando a veces llegaba efusivo imaginando un sinfín de cosas para realizar y cambiar. Recuerdo que me mirabas con emoción, como si te dijeras a ti misma que habías apostado por un loco apasionado. No sé si para bien o para mal. Ni quiero preguntármelo tampoco…

Guardaré mis vivencias en un lugar que nada ni nadie moverá. Quizás nunca hable de ti, quizás no vuelva a verte, pero te tendré muy presente. Un secreto, un recuerdo, una mirada, una sonrisa más que guardar en mi álbum de remembranzas, en aquel océano de vivencias propias y ajenas que de vez en cuando agito en marea alta para bañarme de saudade. Entonces saboreo mis lágrimas, mi respiración se corta como ahora, cuando me doy cuenta que muchas veces se ignora cuánto  se puede llegar a apreciar y a querer a alguien en un lugar tan frío, inhóspito y muchas veces inclemente como en el que nos conocimos. El corazón aun existe, persiste y puede vivir en condiciones tan infrahumanas. Inevitablemente mi alma va formando lazos y raíces en ese desierto que algún día desembocará en el océano del cual me nutro. 

Un abrazo,

Saudade.


Hay Momentos…

Hay momentos en los que prefiero callar, escuchar a quien sabe más que yoy a quien cree tener la razón sobre algo… Me reconfortará nutrirme al dejar que el alma del otro desahogue su fuero interior…

Hay momentos en los que elijo hablar, teniendo la certeza de que mis palabras serán bienvenidas para seres que necesitan escuchar una opinión o que buscan despertar una fibra de su corazón más allá de lo que la vida soft les pueda dar.

Hay momentos en los que siento que es hora de escribir, de sentarme un instante, aislarme del mundo y reconstruir una realidad para llevarla a la ficción… Hacer poesía con las palabras como una forma de salvarme y de salvar a quienes me quieren cuerdo…

Hay momentos en los que prefiero reír, como si intentara escapar a la formalidad autoimpuesta que muchas veces rige mi día a día. Una sonrisa abre mundos, me permite conocer realidades y también penurias disfrazadas…

Hay momentos en los que decido llorar, sabiendo que me vuelvo vulnerable ante ojos de otros. A veces prefiero un bossa nova de fondo, a alguna melodía de habla portuguesa que me ponga en sincronía con las notas de mi propio universo…

Hay momentos en los que quisiera tener atrofiada la región cerebral que regula las emociones, para de esa manera no tener que sentir amor, pena, dolor, ni sentimiento por nada ni por nadie. La indolencia no es mi naturaleza y a veces se convierte en un estigma el querer dejar que el alma hable cuando le plazca… Entonces opto por respirar profundo, mirarme en un escenario donde mis compañeros son actores e improviso un diálogo frío que me ayude a templar los huesos, para recobrar el aliento y seguir adelante con la obra.