Necesito azúcar

Soy adicto a la glucosa. Por supuesto esto no debería preocuparme demasiado sino fuera porque necesito tu azúcar. Aquella sacarosa que se apelmaza en tu sangre y que te permite danzar libremente, grabarte, escribirte sin preocuparte mucho del bombeo de tus propias venas.

Quiero tu sangre espesa, bermeja y violácea calmando mi abstinencia de sacarosa. Quiero beber tu sangre tibia, azucarada y viscosa como el jarabe de granadina. Quiero penetrar tu carne, rasgar tus tendones y llegar al manantial de tus glóbulos inquietos. Siempre me gustó el sabor de tus plaquetas, especialmente luego de la ingesta abrupta de brownies y helados. Cuando dejaste la carne de res, el plasma de tu sangre mejoró su consistencia y fue entonces cuando decidí absorberlo cada mañana, en ayunas, justo después del primer rayo de sol. Todo habría sido perfecto sino hubieras aprendido a amar los mariscos. La temperatura azucarada en tus venas se saló y tu sangre con ese remanente de gusto salino, terminó por alejarme de tu aorta.

Te he visto esta noche en un nuevo vídeo de Youtube y el vaivén de tu yugular se me hizo irresistible. Aun te recuerdo con tu diabetes bipolar, subiendo y bajando, mientras trataba de calmar tus picos succionando tu sangre. Perdí la cuenta de los meses de almíbar prendido a tu cuello y tus caderas.

¡Qué nostalgia de esos tiempos azucarados, de noches dulzonas con hematíes y leucocitos a la brasa!

Autor: saudade86

Master en Comunicación Audiovisual. Profesor, generador de contenidos, viajero. Apasionado por los idiomas. Saudade Pura.

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