Como ya he dicho por acá, no me gustan los domingos. Los encuentro vacíos y predecibles. Sin embargo este domingo fue especial. Una conmemoración más del día del padre. Un reconocimiento a mi papá que siempre ha estado presente y que a pesar de las discusiones, siempre me hace sentir protegido Eso de que uno de niño cree que el padre lo puede todo, aun sigue en mí, de forma inconsciente, pensando que si estoy en peligro, aparecerá mi papá para salvarme. En la práctica puede que no sea tan así, pero me reconforta pensar que mi papá, aun con todos los defectos que pueda tener, sigue siendo invencible para mí.

Creo que en parte debo el amor a las letras por él. Siempre lo recuerdo leyendo, citando a los griegos, inculcándome el hábito de la lectura. Compartimos pocos autores, mi derrotero fue por otros gustos, pero siempre tenemos un libro -y varios- a la mano. Como si necesitáramos de forma urgente sumergirnos en el solitario placer de la lectura.
Mi papá sería un gran personaje de novela o película. En él habita sin saberlo, un actor nato, fruto quizás de sus años locos de cantante en la juventud. Varias han sido las oportunidades en que le he dedicado unas cuantas líneas y algún día lo haré un personaje para cine. Es conflictivo, apasionado, errático, perfeccionista, protector, sensible. No hay mucha objetividad para hablar de mi papá, pero siempre sorprenderme. La incertidumbre de sus acciones ha dificultado a momentos nuestra relación y por ello quizás me parece que él sería ficcionable.

A mi edad actual, mi papá se convertía en mi papá. Nadie nace sabiendo ser padre, pero sin duda él nació para ser padre. Por eso eligió ser abogado. Tiene un gran don de protección, por el ayudar de forma comprometida, sin esperar nada a cambio. Aun con su carácter fuerte, en mis crisis de la adolescencia, sabía ser blando, tratar de comprenderme, desarrollando una paciencia que yo no me creo capaz de tener con nadie. Ahora yo con 30 años, más cercano a él cuando nací, me parece que puedo entenderlo un poco más. Sigue siendo el padre protector a quien creo capaz de solucionarlo todo, pero también el padre hombre, que oculta sus penas bajo un ceño fruncido, que sonríe mientras piensa en cómo resolver X caso en su profesión. Se acostumbró a ser el guerrero indestructible pero el paso de los años me ha descubierto al hombre sensible que vuelve a ser un niño cuando juega con nuestro perrito, cuando me hace bromas en el carro o cuando cuenta alguna escena chistosa con los dotes histriónicos naturales que posee.
Mirarlo de hombre a hombre, me hace quererlo más, sentirlo el humano que en algunos años tendré que ayudar a caminar como él hizo conmigo hace mucho tiempo atrás. Seré quizás yo su protector aun cuando busque sus frases de aliento y su abrazo sentido. Siempre seré su niñito que nunca creció a pesar de la barba y las canas que empiezan a poblar mi cabeza. Siempre será a quien recurra para desahogarme de una situación complicada. No será el padre perfecto pero sin duda es el padre perfecto para mí. Y eso ya es bastante.