Un amor pequeño, vale decir. Con sólo siete episodios, la serie de HBO supo retratar la vida de un grupo de mujeres de posición acomodada en un pueblo costero de California. Y con ellas quedaron evidentes muchos problemas que atraviesa la mujer actual: el rol de madre, esposa, amiga, profesional se mezclan en una historia de escenas largas, con diálogos potentes y sobre todo, actuaciones magistrales.
Me resulta difícil decir quién es la mejor actriz en la serie. Nicole Kidman interpreta a Celeste un ama de casa que dejó su carrera de abogada y su ciudad por su familia. Lo que parece un hogar perfecto junto a Perry (Alexander Skarsgard) luego va revelando su cara oscura. Kidman y Skarsgard tienen escenas muy fuertes, dramáticas, de esas que cortan el aliento. Reese Witherspoon es otra genia. Histérica, habladora, madre controladora parece una caricatura de mujer adinerada que luego nos descubre un personaje complejo, con sombras y una humanidad que atrapa. Laura Dern como Renata resulta la gran antagonista de la serie. Acostumbrada a no ser contrariada en nada, la llegada de Jane Chapman (Shailene Woodly) con su hijo pondrá a Renata fuera de sí, cuando su pequeña hija se vea involucrada en un problema de bullying escolar. Vale destacar que en actuación Kidman y Dern se llevaron los Emmy a mejor actriz principal y secundaria respectivamente.
La serie, basada en la novela homónima de la australiana Liane Moriarty, empodera el rol de la mujer en la sociedad actual. De hecho los personajes masculinos, aunque importantes (sobre todo el Perry de Alexander Skarsgard), están supeditados a los roles femeninos. Witherspoon y Kidman además de actrices, son las productoras ejecutivas de la serie, ya que desde hace mucho tiempo venían sintiendo la ausencia de personajes femeninos desafiantes. Las dos, que tienen una dilatada carrera en Hollywood, decidieron dar el salto como productoras para poder realizar los personajes que siempre han querido realizar. La elección del libro de Moriarty fue un gran acierto. La trama no tiene espacios muertos, tiene momentos de humor, de tensión, silencios justificados y una atmósfera densa en medio del hermoso sol californiano, de hombres y mujeres con rostros perfectos. Como bien dice la frase de la serie, a perfect life is a perfect lie. En ese sentido, la dirección del canadiense Jean Marc Vallée es exacta, no cae en excesos lacrimógenos sino que por el contrario, mantiene una distancia que roza con la frialdad digna de una serie nórdica.
Luego de llevarse 8 Emmys el domingo (mejor actriz principal, secundaria, mejor director, mejor actor secundario, mejor vestuario, entre otros), HBO ha dejado entrever la posibilidad de una segunda temporada. Reese Witherspoon en una entrevista se confesó entusiasmada ante esa posibilidad y la misma autora Liane Moriarty planteó que podría desarrollar más historia para los personajes del libro. Habrá que ver si la acogida del público y de la crítica motivan a HBO para una segunda temporada como ha sucedido con Young Pope. Otros fueron los tiempos de HBO en que grandes historias como Mildred Pierce o Angels in America se quedaban en una sola temporada, restringidos a la historia cerrada de la novela o de la obra de teatro en las que estaban basadas estas series.
Que haya larga vida para Big Little lies.
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