Uno de los objetivos claros en San Francisco era conocer los lugares que habían recorrido los escritores de la generación Beat como Kerouac, Burroughs, Ginsberg. Fue así como llegué gracias a Google Maps a la librería City Lights y de ahí visité el Vesuvio y el caffè Trieste. Entré al Vesuvio llevado por la curiosidad y allí me encontré con un bar atestado de gente, en un after office ideal para parejas y compañeros de trabajo. Revisé la carta y sin pensarlo mucho me decidí por el cóctel Kerouac (en honor al autor): ron, tequila, rodaja de limón, naranja y arándanos. Me ubiqué en una mesa en el segundo piso del bar y saqué el libro que había comprado en el Museo de la Generación Beat: Naked Lunch de Burroughs. Fue un momento de música chill, lectura y bebida. No había almorzado, así que traté de beber con calma. El Vesuvio era tan acogedor que a pesar de mi soledad, me sentí parte del lugar y de todas esas conversaciones pescadas al vuelo. Sentía que estaba en el lugar donde debía estar y pensé, quizás con un poco del alcohol en la cabeza, que la patria es el metro cuadrado donde uno se encuentra.
Historias de San Francisco #6
