La noche se torna mágica, la música envuelve, la poesía se exacerba. Todo es perfecto, todo es armónico, pero cuando regreso a mí mismo, encerrado en mi armario, acompañado por un silencio insoportable, me regresa la nostalgia, la añoranza de aquella persona que se fue… Para ello, no hay noche, no hay música ni poesía que pueda liberarme de ese sentimiento que me transporta a lo que orgullosamente viví y a lo que irremediablemente perdí.