Nada como vivir un viaje desde los rincones, desde la mirada de sus nativos y sobre todo ser una esponja, recogiendo y escribiendo todo tipo de impresiones. París me deslumbró desde el primer día y presintiendo la avalancha de sensaciones que se me venía encima atiné de forma intuitiva a escribir modo de bitácora todo lo que iba a registrando. Fueron demasiados apuntes que decidí armarlo como si fueran frases. No recogen totalmente mi experiencia en París, pero sin duda son los aspectos que más me llamaron la atención de la capital francesa. Acá van mis 15 puntos:
En los restaurantes, las propinas son a voluntad del cliente.
En París a todas las bebidas (incluida Coca Cola) les ponen una rodaja de limón.
No hay arroz como guarnición o acompañamiento. En cambio al igual que en España y en Italia, siempre se pone pan en las comidas.
El rojo cereza es un color bastante común en la decoración de los restaurantes.
Aunque París tiene mucha luz, el color de los edificios es bastante homogéneo. Hay una dominante beige en toda la ciudad.
Como en muchas capitales, es difícil encontrar parisinos en París. Todo vienen de diferentes rincones de Francia, de Europa, de África, etc.
La gente tiene el buen hábito de saludar, sean conocidos o no. Por otro lado, la gente sonríe poco, sobre todo en el metro y en la calle.
Como en muchas capitales europeas, los contrastes sociales en París no se evidencian enlos sectores turísticos. Es necesario salir de las zonas de postal para conocer otro París. Ir a Saint Dennis por ejemplo es conocer dos caras de una misma ciudad. Por el día es un barrio africano de comerciantes, mientras que por la noche se vuelve un barrio de franceses blancos burgueses, artistas que consumen en los bares y restaurantes de la zona.
El metro cubre toda la ciudad. Los anuncios en altoparlantes se dicen en varios idiomas,como francés, inglés, mandarín, árabe y en otras lenguas que no logré identificar.
Aquello de que los franceses son “especiales” o “pesados” no lo experimenté (mis amigos franceses son increíbles). De hecho el único “roce” o “discusión” que tuve fue con un norteamericano en el Louvre.
Hay mucha seguridad policial y militar en París, sobre todo en los lugares turísticos y en algunos shoppings como en Gallerie Des Halles.
La vida en París cambió mucho luego de los atentados, sin embargo los franceses intentan que el terrorismo como amenaza constante no modifique sus estilos de vida. Siguen haciendo vida al aire libre (una de las cosas más hermosas en París), siguen concurriendo a las zonas donde sucedieron los atentados. Hay más seguridad, pero la vida cotidiana en París se puede percibir bastante normal.
Los franceses nunca van a Champs Elysées (a menos que sea para celebrar un partido de fútbol importante). La Champs Elysées es en realidad una avenida para los chinos y árabes que gastan en las tiendas de lujo.
Los franceses en general nunca están satisfechos con nada. A la pregunta de “Ça va?” (¿Cómo estás?), la respuesta común será “Pas mal” (no mal).
Aunque no digan que están “felices”, los franceses saben bien que la “joie de vive” está en el compartir con los amigos, comer bien, caminar, viajar. La idea de felicidad dada por el dinero o por la competencia no tiene sentido para un francés (por ello se sienten muy distante de la lógica de la felicidad norteamericana).
Espero pronto volver a París y de ser posible ir más allá, conocer otras ciudades, conocer la campiña francesa. Béné, mi amiga y anfitriona en París, aunque se reconoce un poco parisina me dijo algo que me dejó pensando: «Paris no es Francia». Algo similar me dijeron algunos amigos sobre Nueva York con respecto a Estados Unidos. Así que me quedan las ganas de ir a Francia y descubrir esas otras ciudades. Hay mucho por conocer en las tierras galas.