Te vi y algo en mí se estremeció (frase cliché). Algún chasquido de magia pareció encender moléculas dormidas y las cadenas de ADN se aceleraron a la velocidad de la luz. El cosmos confabuló a tu favor y yo perdí. Un frío repentino en la boca del estómago acompañado de un sabor biliar en los labios me hizo temblar hasta los huesos. Al verte sabía que no había retorno. Era tuyo y mis venas, tejidos responderían a vos (fuck you). Los demás personajes en la escena carecían ahora de sentido, habían hecho mutis y sólo estábamos vos y yo en un extraño juego de identidades y abstracciones. Yoes, nosotros, mezclados en la humedad porteña de fin de agosto. La odiada primavera llega y el polen empieza a invadir los alvéolos (nunca me gustaste, printemps). Una primavera para apoderarme de tu osamenta gris, absurda quizás y con tonada rioplatense.
Desde ya somos una cobra destinada a comerse a sí misma.