Me hallo entre textos difíciles, anárquicos, dulces y despreciables. Una aparente calma me circunda mientras quedo expectante de la titilante luz roja del teléfono. No espero nada en especial, solo el deseo de existir, de reconocerme acaso. El sueño se mezcla con la pereza, con las ansias eréctiles de crear, de dar vida a letras melancólicas. Soy carente, freaky y no soy chistoso. Y la semántica me sigue reclamando, que la use, que la someta, que la viole y carbonice…
Y yo solo puedo apenas masturbarla.