Aunque la vida la ha llevado por rumbos desconocidos que le dejaron secuelas terribles en su alma, Marcia ha sabido salir victoriosa de todas las pruebas. Ahora está feliz, ya no existe el sufrimiento para ella, el amor dejó de ser un trago amargo. Transformó ese amor que sentía por Mauro en un bonito recuerdo que ya no tiene espacio en su presente. Está libre, dispuesta a enamorarse nuevamente sin reglas, por entero. No sabe amar de otra manera si no es entregando su alma por completo al otro ser. Mauro para ella, es un recuerdo lindo que nunca va a poder olvidar. Sólo quienes realmente la conocen saben lo mucho que le costó arrancarlo de su corazón, pero ahora que ese recuerdo sólo perdura en su mente, está satisfecha por todo lo vivido, no se arrepiente de nada. Cada mirada, cada noche estrellada, cada luna, cada mediodía, cada susurro le recordarán a Mauro, pero ya esos recuerdos no la hieren más. Los asume y hasta suspira emocionada al saber que ya pasó todo eso. Se acopló bien a la línea del destino que la separó de Mauro. Lo ha aceptado y aunque Mauro aun la llama, la busca y cree que ella aun lo ama, en realidad Marcia ya no se interesa por él. No es el mismo Mauro que una vez amó. La vida lo cambió y ella está consciente que cambió también. No hay oportunidad de que vuelvan a estar juntos; ahora son seres totalmente diferentes. Marcia sigue su camino a la espera de una vida mejor, Mauro pese a su cambio de vida, aun piensa en ella y le duele verla alejarse cada vez más y más…