La nostalgia es mi mejor amiga pero también mi enemiga. Se solaza viéndome reír y llorar al mismo tiempo. Se ha convertido para mí en un mal necesario, en la mujer de mis sueños. Una mujer a la que no puedo ver ni tocar pero a la que puedo percibir, hablarle sin ser interrumpido. Muchas veces es la mejor consejera. Otras veces, ni me escucha. Juega conmigo cuanto quiere y no le importa. Sabe que la amo y la necesito para vivir. Se disfraza eventualmente bajo el nombre de Saudade y cuando se enoja, me castiga llamándose Tristeza.
En días como hoy, la nostalgia se llama Saudade pero todavía no se convierte en Tristeza. Siento alegría por mi pasado feliz aunque ahora lo perciba distante de mí. Pese a todo, Nostalgia no es mala. Me hacer recordar con mucha precisión los momentos más relevantes de mi vida. Están guardados en el jardín de mi alma y basta tan sólo una palabra, un aroma, una imagen para que el aluvión de sentimientos que provoca determinado recuerdo, venga hacia mí, me invada por completo y en algunas ocasiones me haga derramar una lágrima acompañada de una sonrisa leve…