En noches como ésta me siento atado, esclavo de mis pensamientos, se mis sueños, de lo que quiero ser. Estoy en una encrucijada, navegando en altamar, sin saber dónde atracar; no soy más el mismo, estoy en proceso de cambio, y no sé cuál será el resultado. Por ahora sólo me resta seguir adelante, arrastrando mis problemas, mis temores y cargando con mis sueños. Me dejo llevar por mi intuición, sé que algo muy bueno me espera a lo lejos, pero debo batllar para llegar hasta ese faro. Mares turbulentos me amenazan, oscuran aguas intentan ahogarme. Sin embargo estoy aquí, presente, sin dejarme caer, no me hundiré, no cejaré, estoy donde tengo que estar y navego firme hasta ese faro en donde creo está mi salvación. Criaturas feoces me confunden, me aturden, intentan arrastrarme a lo más profundo de sus ionfiernos. A veces creo perder la batalla pero recupero las fuerzas y venzo con éxito a esas fieras marinas.
El viaje se hace cada vez más tortuoso, el único sonido presente es el de mi propio corazón que a momentos late a prisa y en otros parece no querer latir mmás. Tormentas eléctricas me atemorizan, ventiscas despiadadas me rodean, se forman silbidos extraños que más parecen ser portadores de un mal presagio. Ya no logro escucharme, las tempestades me han ensordecido. Cierro los ojos aferrándome a mis sueños, a mis metas. Siento muy cerca mi felicidad aunque el tiempo afuera sea inclemente y quiera destruirme.
El faro se ve más cerca. Puedo vislumbrar su estructura aunque todavía estoy lejos. La noche empieza a ceder para dar paso a la claridad. Mientras, me preparo para mi llegada a la playa, para el encuentro con mi sueño, en donde voy a encontrar la paz que tanto he buscado.
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Me gustaMe gusta