La función está por terminar. Los actores repasan sus últimos parlamentos… La nostalgia y la alegría los invade al saber que todo está por terminar, que a lo mejor no se verán en mucho tiempo y que la energía de sus personajes quedarán únicamente flotando en el escenario que ha presenciado risas, lágrimas, ilusiones, peleas, frustraciones. Los vientos del final rondan por todo el teatro. Las emociones están a flor de piel, unos lloran, otros ríen, otros aprovechan para decir lo que nunca se atrevieron. El final se vuelve una excusa para ser lo que siempre se quiso ser en realidad. Una energía inquebrantable envuelve a todos los actores de esta gran obra que marcó con azules de alegría y nostalgia la vida de los espectadores. El público también empieza a sentir la energía de esos actores a los que han aprendido a amar, a odiar. La nostalgia los invade y se deleita jugando con sus emociones. La función continúa su curso pero con sentimientos encontrados. Todos saben que se acerca el final y cuando el telón caiga, sus personajes se integrarán al universo y ellos volverán a sus vidas cotidianas. Tendrán que asumir otros retos, volar a otras tierras, demostrarse hasta dónde pueden llegar. Sin embargo, todos ellos estarán conectados a través de los recuerdos, de sus almas y por los azules de la alegría, de la tristeza, de la nostalgia que vivieron noche a noche en ese teatro al cual solo podrán regresar ahora como espectadores.