Los recuerdos acribillan con fuerza, dejan un sabor agridulce en los labios. Quisiera poder en estos momentos arrancarlos de mi memoria, olvidar incluso lo agradables que fueron pero no puedo, están marcados ahí con fuego y nada hará que los olvide. Ni siquiera las lágrimas que brotan lograrán que me deshaga de los bellos recuerdos. El corazón se oprime, la respiración se corta, la vista se nubla, los sentimientos empiezan a hablar más fuerte de lo que deberían. La nostalgia invade por completo. Nos recuerda que pasado es pasado, por más lindo que haya sido, que nunca se volverá a vivir una emoción como ésa. Puede que existan parecidas pero jamás iguales. Todos los recuerdos quedan guardados en el jardín del universo, en el jardín de mi alma, donde habitan todas las personas que han sido, son y serán importantes en mi vida, así como los personajes de mis novelas. Nostalgia no me permite olvidar los recuerdos, me los trae a la mente de cuando en cuando para que no olvide y asì me perturba, pero no importa. Soy un tanto masoquista y me gusta recordar, asì sea bueno o malo. Duele mucho vivir pero hay que enfrentarlo. Tiene sus cosas buenas y también malas. Lo que pasa es que las buenas duran poco o con el tiempo se transforman en malas.